Manifestantes derribaron este lunes por la noche la estatua de un soldado confederado en el sudeste de Estados Unidos, dos días después de los episodios de violencia que enlutaron Charlottesville durante una manifestación de extrema derecha convocada para impedir el retiro de otro monumento de los confederados.
Rodeada de decenas de personas que coreaban eslóganes antifascistas, una manifestante se trepó a una escalera hasta la base de la estatua, erigida en 1924 en Durham, Carolina del Norte, en homenaje a los soldados del campo confederado, que se oponía a la abolición de la esclavitud, muertos durante la Guerra de Secesión estadunidense (1861-1865).
Tras atarle una cuerda amarilla al cuello frente a las cámaras de medios locales, la manifestante empujó la estatua, que se estrelló pesadamente contra el suelo bajo los gritos de alegría de los asistentes.
“¡No al KKK!, ¡no a unos Estados Unidos fascistas!”, “¡El pueblo unido jamás será vencido!”, coreaban mientras algunos pateaban o escupían la estatua caída.
Protestors in #Durham, North Carolina, took matters into their own hands and pull down confederate statue until it broke!
🔥🔥💪🏽💪🏽💪🏽✊🏽✊🏽✊🏽 pic.twitter.com/VQSEtQM2Mn— M. H Arsalai (@ArsalaiH) 15 de agosto de 2017
Estos hechos tuvieron lugar dos días después de la violencia desatada el sábado entre manifestantes de extrema derecha y contramanifestantes durante una marcha en Charlottesville, Virginia (este), convocada para protestar contra el retiro de otro monumento confererado, símbolo que muchos norteamericanos consideran racista.
Tras la marcha, un simpatizante neonazi mató a una mujer de 32 años e hirió a unas veinte personas al embestir su coche contra manifestantes anti-racistas.
Muy criticado por haberse negado en un primer momento a denucniar explícitamente a los grupúsculos de extrema derecha por esa violencia, Donald Trump deploró finalmente el lunes “la violencia racista” y apuntó contra los supremacistas blancos.