Playa del Carmen, un polo turístico en el corazón del Caribe mexicano, padece desde hace años extorsiones del crimen organizado y una creciente venta de drogas a pequeña escala, una realidad que el tiroteo de esta semana en un club visibilizó, si bien es conocida y temida por sus habitantes.
“Hay muchísima droga, en donde sea. Y la venta es ya muy descarada, en cualquier bar vas al baño y te ofrecen coca, mota (marihuana), éxtasis”, dijo a Efe Alberto, un mexicano de la capital que lleva año y medio viviendo en Playa del Carmen y trabaja como productor de eventos.
En este tiempo ha visto cómo la venta de drogas a pequeña escala aumenta sensiblemente cuando se producen festivales de música electrónica como el BPM, que en una de sus fiestas de clausura en la madrugada de este lunes, en el club Blue Parrot, vivió un tiroteo que acabó con la vida de cinco personas.
Aunque han corrido muchas versiones sobre el suceso, y oficialmente no existe un móvil claro, entre la ciudadanía de Playa del Carmen predomina la idea de que se debió a una disputa por la venta de estupefacientes.
“Hay mucha droga, en la calle 12 (donde está la discoteca) corre a raudales. (Un conocido) fue al baño del Blue Parrot y en la puerta, sin taparse, le sacaron toda una gama de drogas”, explicó una española que vive en la ciudad y tenía un amigo en el local y prefiere, como tantos otros residentes, guardar el anonimato por seguridad.
“La venta es muy descarada. No sé si tienen un acuerdo (en bares) o si los intimidan, o si actúan con pasividad para que no les hagan nada”, relató Alberto, en tanto que otros residentes implican a la policía y a los taxistas en el negocio.
Sumado al tráfico de drogas, este destino de playa rebosante de negocios, fiestas y turistas extranjeros padece un problema mucho más grave y a menudo silenciado por el propio miedo: las extorsiones del crimen organizado.
“Soy empresario, y aquí no pondría un negocio jamás. Hay que pagar el derecho de piso (la extorsión de los cárteles). (…) Solo así puedes trabajar. Te amenazan, y si no les haces caso, te matan”, explicó otro mexicano con negocios en su natal Guadalajara (oeste), pero residente en Playa del Carmen.
El cobro de extorsiones por parte del crimen organizado no se centraría solo en grandes empresarios.
Una vendedora ambulante del centro comentó a Efe en una visita reciente a la localidad que una vez por semana aparecían “unos señores” que no eran del ayuntamiento y exigían una determinada cantidad de dinero.
“Si no se les puede dar, te invitan a recoger las cosas e irte”, señaló.
Positivamente, la extorsión del narcotráfico no habría llegado a todos los negocios, o eso asegurarían algunos empresarios. “Yo conozco como a cuatro dueños y cuando les he preguntado, me han negado extorsiones. No les han caído por ahora”, afirmó Alberto.
A este trágico suceso se le sumó el tiroteo este martes a un edificio de la Fiscalía de Quintana Roo en Cancún, que dejó cuatro muertos -un policía ministerial y tres presuntos criminales- y cinco detenidos.
El gobernador estatal, Carlos Joaquín González, atribuyó el suceso a una respuesta al “combate a la impunidad” y contra la delincuencia organizada en su mandato.
En cambio, del tiroteo en Playa del Carmen dijo un día antes que tuvo origen en “un conflicto entre dos”.
Cristina Torres, alcaldesa de Solidaridad, municipio al que pertenece Playa del Carmen, tampoco ha hecho referencia ni al crimen organizado ni a la venta de drogas, según reflejan los dos boletines publicados en la página de la autoridad local e incluyen sus declaraciones.
No obstante, en la madrugada del martes apareció colgado en la vía publica un mensaje amenazador que supuestamente mandó el cártel de los Zetas para atribuirse la autoría del ataque en Playa del Carmen contra el BPM por no alinearse.
Las autoridades reconocen que los Zetas han controlado desde hace años el narcotráfico en el estado -en gran medida libre de violencia- particularmente en Cancún, donde un incendio en un bar atribuido a ese grupo criminal dejó ocho muertos en 2010.
“Cuando llegué aquí me dijeron que los Zetas tenían el mando de todo”, explicó Alberto, antes de puntualizar que para él Playa del Carmen no es un lugar “inseguro” y que, tras 18 meses en la localidad, no ha sido víctima de ningún delito.