En lo alto de Iztapalapa, el Cerro de la Estrella se erige como un guardián ancestral de historias que entrelazan lo sagrado con lo sobrenatural. Este emblemático sitio de la Ciudad de México no solo fue escenario de ceremonias prehispánicas de gran importancia, sino que también alberga leyendas que han perdurado a lo largo del tiempo, como la enigmática Cueva del Diablo.
El Fuego Nuevo: un ritual para salvar al Sol
Conocido en la antigüedad como Huizachtecatl, el Cerro de la Estrella fue el lugar donde los mexicas celebraban la ceremonia del Fuego Nuevo cada 52 años. Este ritual marcaba el fin de un ciclo calendárico y la renovación del universo.
Durante la ceremonia, se apagaban todos los fuegos y se encendía uno nuevo en la cima del cerro, simbolizando la continuidad de la vida y evitando la muerte del Sol. Los sacerdotes sacrificaban a un prisionero en honor al astro rey, y mensajeros llevaban el nuevo fuego a los templos y hogares de la región.
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La Cueva del Diablo: entre la leyenda y el misterio
Entre las más de 140 cuevas que se encuentran en el Cerro de la Estrella, destaca la llamada Cueva del Diablo. Según la leyenda, un anciano aparece cerca de la cueva y pide a los transeúntes que lo acompañen.
Una vez dentro, revela su verdadera identidad como el Diablo y ofrece a sus acompañantes riquezas inimaginables a cambio de sus almas. Se dice que aquellos que aceptan la oferta quedan atrapados para siempre, mientras que los que la rechazan logran salir ilesos.
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Los habitantes de la zona también cuentan historias de ruidos extraños, apariciones de duendes y brujas en forma de bolas de fuego, y desapariciones misteriosas relacionadas con la cueva. Debido a su peligrosidad y las numerosas leyendas, la entrada a la cueva ha sido restringida para evitar accidentes.
La Pasión de Cristo en Iztapalapa
Además de su riqueza histórica y legendaria, el Cerro de la Estrella es el escenario de una de las representaciones más importantes de la Semana Santa en México: la Pasión de Cristo en Iztapalapa.
Cada año, miles de personas participan en esta tradición que combina elementos religiosos con la identidad cultural de la comunidad, reafirmando el papel del cerro como un espacio de encuentro entre lo ancestral y lo contemporáneo.