Han transcurrido seis años desde el día en que el edificio de Álvaro Obregón 286 se desplomó con todos los trabajadores adentro. El reloj marcó las 13:14 horas cuando la tierra se movió y las paredes colapsaron dejando un saldo de 49 fallecidos a causa del sismo de magnitud 7.4. Después de tanto tiempo las familias de las víctimas se siguen reuniendo frente al lugar para recordarlos.
Con el paso de las horas en 2017, las familias se fueron concentrando al rededor del edificio cuyas labores de rescate se extendieron por dos semanas y al paso de los días fueron saliendo las personas fallecidas y los sobrevivientes.
Javier Saucedo Morales padre de Ángel Javier Saucedo Sandoval de 27 años recuerda que ese día por la mañana lo dejó sobre Insurgentes para que fuera caminando a trabajar, al momento del temblor trató de llamarlo y ya no hizo contacto. Su cuerpo le fue entregado a su familia nueve días después y el padre se arrepiente de haberlo llevado ese día.
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En la zona cero, edificio icónico por la dificultad de los rescates y por la duración de los mismos, por la logística que convirtió a las calles aledañas en un campamento, las familias ofrecieron una misa y colocaron las fotos de sus hijos y hermanos. El predio se encuentra ahora invadido y las víctimas indirectas, huérfanos incluidos, pretendieron que se construyeran viviendas para ellos pero el proyecto no prosperó, según relató Susana Castillo Arroyo, cuya hermana Michelle de 23 perdió la vida en el lugar.
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En un acto para honrar la memoria de sobrevivientes y víctimas, rescatistas que llegaron hace siete años al lugar se presentaron ahora y ofrecieron un minuto de silencio. Pola Díaz, líder de Topos Adrenalina Estrella recordó como fueron los primeros en llegar y lograron rescatar con vida a 11 personas.
Las historias y recuerdos desde el crujido del derrumbe, el último adiós a sus familiares, el grito que exigía silencio, el puño en alto, la entonación del Cielito Lindo y hasta la noche de lluvia que mojaba los escombros donde yacían los cuerpos enterrados, fueron rescatados por los asistentes al lugar donde cada año se reúnen para oficiar una misa en su memoria, colocar sus fotos y esperar a que este año no vuelva a moverse México como en 1985, 2017 y 2022.