A cinco años de distancia, el fantasma de la tragedia y el dolor se hizo presente, de nueva cuenta, en el Colegio Enrique Rébsamen, donde el 19 de septiembre de 2017 perdieron la vida 26 personas, 19 de ellas niñas y niños.
A los 12:19 horas de este lunes, el primer sonido de la alerta sísmica hizo humedecer los ojos de algunos de los familiares de las víctimas de aquella trágica tarde, mientras que otros honraban la memoria de sus seres queridos con un fuerte abrazo.
Una vez que concluyó el simulacro y luego de guardar un minuto de silencio con el puño en alto, dio inicio la misa para recordar a quienes perdieron la vida en el colegio.
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Sin embargo, a las 13:07 horas la alerta sísmica interrumpió el servicio religioso, pero en esta ocasión no se trataba de un simulacro, ni de una falla, sino de un sismo real.
Conforme el movimiento telúrico iba cobrando mayor fuerza, el pánico comenzó a invadir a los asistentes, algunos de ellos se hincaron y comenzaron a rezar pidiendo que la tragedia no se volviera a repetir; incluso, hubo quienes entraron en crisis nerviosa, por lo que tuvieron que ser atendidas por paramédicos.
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Óscar Vargas, padre de Raúl Alexis, uno de los menores fallecidos hace cinco años, no daba crédito a lo que se vivió este día.
“Es increíble lo que está pasando, lo que acaba de pasar, casi a la misma hora, no sé ni qué decir”.
Respecto a la pérdida de su hijo, Óscar señaló que siguen con el proceso de sanación y de aprendizaje.
“En lo personal, seguimos con el proceso de sanación, seguimos aprendiendo a vivir con este dolor, muchos aprendizajes, una evolución como personas y estamos en el proceso de seguir saliendo adelante”.
Por su parte, María Elena González dijo que a cinco años de distancia, sigue el mismo dolor por la pérdida de su hermana Gloria, quien trabajaba como empleada doméstica en el departamento que mandó construir Mónica García Villegas, quien fue sentenciada a 36 años de prisión por estos hechos.
“El dolor no ha cambiado, al contrario, cada momento que pasa, es más, en lugar que disminuya, sobre todo por saber de todas las injusticias que hubo aquí, eso es lo que no nos hace resignarnos. Era una persona joven que no tenía ninguna enfermedad, que salió un día de su casa a trabajar y que no regresó y que dejó un enorme vacío en su familia”.
Al cumplirse un lustro del derrumbe del Colegio Rébsamen, para María Elena González hay una justicia a medias, mientras que para Óscar aún no la hay; no obstante, ambos coinciden que todavía faltan muchas personas que deben rendir cuentas ante un juez y pagar por sus malas decisiones.