Es normal que ocurran sismos con epicentros en las delegaciones capitalinas y municipios mexiquenses, esto debido a pequeñas fallas geológicas que atraviesan el Valle de México, aseveró Luis Quintanar, investigador del departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM.
“Las fallas que atraviesan el Valle de México no son muy grandes, no son de varias decenas o centenas de kilómetros, sino que son fallas más pequeñas y cuando son activadas producen sismos de una magnitud proporcional, que son de magnitudes de 2.8 hasta 3, cuando mucho”, indicó.
En lo que va del año, de acuerdo con el Sismológico, en la Ciudad de México se han registrado temblores de magnitudes de entre 1.9 y 2.8, con epicentros en las demarcaciones Iztacalco, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Coyoacán, Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Magdalena Contreras.
Mientras que en el Estado de México han ocurrido de magnitudes de entre 1.2 a 3.4 y se localizaron en los municipios de Amecameca, Zumpango, Ozumba, Nicolás Romero, Tlalmanalco (San Rafel), Chalco (Huitzilzingo), Amecameca, Naucalpan, Ozumba, Juchitepec y Tejupilco.
Luis Quintanar indicó que en el Valle de México las zonas más vulnerables a los sismos, debido a esas fallas, son, en primer lugar, la Oriente y, después, la Poniente.
El especialista detalló que, en el Oriente, entre los más propensos a ser epicentros de los sismos son Ixtapaluca, Texcoco y Chalco, así como las delegaciones Milpa Alta, Tláhuac e Iztapalapa; en el Poniente se encuentran Magdalena Contreras, Miguel Hidalgo, Álvaro Obregón y Naucalpan.
“El Valle de México también es lugar de ocurrencia de sismos, existen mapas de sismicidad desde hace varios años y se ve que es una zona donde ocurren temblores en ciertas zonas preponderantes, una de ellas es la zona poniente y la de mayor sismicidad, es la parte Oriente”, indicó.
Sin embargo, agregó, también ocurren movimientos telúricos con epicentros en otros puntos, por ejemplo, después de los sismos de septiembre ocurrieron algunos temblores en el sur de la Ciudad de México.
El investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explicó que las magnitudes de los sismos que ocurren en el Valle de México promedian entre 3 y 3.2 y no son muy profundos, por lo que solo son percibidos por las personas que se encuentran en la zona epicentral.
Apuntó que mientras más fangoso sea el subsuelo donde se registren los temblores, éstos se sentirán con más intensidad y mayor duración, contrario a la que pasa en terrenos firmes.
Refirió también que después de los sismos de septiembre se observó un aumento en la sismicidad en el Valle de México, sobre todo en la parte Sur (El Ajusco y Coyoacán); “entre septiembre y diciembre hubo un aumento de los epicentros de sismos que se detectaron en esa parte de la Ciudad”.
Luis Quintanar explicó que hasta la fecha no ha ocurrido un sismo de gran magnitud en el Valle de México, pues, de acuerdo con el registro que se tiene, se deduce que el mayor fue de alrededor de magnitud 4, en el año de 1974.
El Servicio Sismológico Nacional (SSN) señala también que, en la Cuenca de México, donde se encuentran el Estado de México y la capital del país, la actividad sísmica es poco numerosa y de baja magnitud.
Sin embargo, apunta que sí se llegan a registrar varios temblores al año y con base en los eventos registrados se tienen indicios que la mayor parte de la actividad sísmica local se concentra en los márgenes de la Cuenca de México, aunque se han llegado a registrar eventos importantes en las cercanías de la misma, como el ocurrido en Acambay, Estado de México, en 1912 (magnitud 7.0).
Apunta que respecto al origen de los sismos en la región, se piensa que son generados por el reactivamiento de antiguas fallas y también existe la hipótesis de que los grandes sismos generados en la costa pudieran dar lugar a condiciones de desequilibrio y desencadenar sismos locales.