Las recientes declaraciones de la presidenta, quien aseguró que Andrés Manuel López Obrador “es un hombre íntegro”, han reavivado el debate sobre la gestión del expresidente. Si bien no existen pruebas de enriquecimiento personal, su estilo de gobierno habría priorizado la cohesión del poder por encima de la rendición de cuentas, permitiendo que surgieran redes de corrupción en su entorno más cercano.
AMLO: La integridad personal vs. la corrupción en el Estado
“Puede ser que a él no le diera por el dinero… no estaba buscando enriquecerse desde la Presidencia de la República. Pero lo que es un hecho es que, en el afán de mantenerse con aprobación presidencial, con una coalición de gobierno fuerte, no vio o no quiso ver muchas de las cosas que están emergiendo ahora”, advirtió Eduardo Bohórquez, director de Transparencia Mexicana.
El costo de esta estrategia señaló, fue permitir que familiares, aliados y funcionarios cercanos incurrieran en prácticas que hoy ponen en duda no solo la honestidad del gobierno, sino también la seguridad nacional.
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“Si se nos corrompen instituciones del Estado como la Secretaría de Marina, ya no estamos hablando solo de un problema de corrupción. Estamos hablando de seguridad nacional y de seguridad del Estado mexicano”, enfatizó en entrevista con Manuel López San Martín para MVS Noticias.
El “golpe de timón” y la transparencia pendiente
El discurso del secretario de Marina, almirante José Rafael Ojeda, reconociendo actos de corrupción en la institución y prometiendo un “golpe de timón”, fue valorado como un paso histórico. Sin embargo, especialistas subrayan que el reto será convertir las palabras en acciones verificables.
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“Necesitamos sistemáticamente comunicar a la opinión pública qué está cambiando. No es lo mismo asuntos que no se pueden compartir por razones de seguridad nacional, que otros que sí se pueden abrir sin problema. Justamente eso es lo que reclama la sociedad: que se transparente la vida pública y la de las instituciones”, plantó Bohórquez.
También se llamó a revisar los megaproyectos asignados a las Fuerzas Armadas, muchos de los cuales fueron clasificados como reservados: “Se abusó de la clasificación de información como de seguridad nacional. Hoy la Marina y el Ejército deben revisar esa concepción para recuperar la confianza”.
Más allá de la integridad personal de López Obrador, el verdadero debate está en el sistema político que permitió la construcción de redes de poder con riesgos graves para México. “Antes que otra cosa, un marino, un soldado, un oficial de la Guardia Nacional, son servidores públicos. Y deben estar sujetos a un régimen de mayor exigencia que el resto de la población”, concluyó Eduardo Bohórquez, director de Transparencia Mexicana.
