En el informe “Voces en resistencia. Impacto de la violencia en la vida de las periodistas”, Lucia Lagunes, titular de Comunicación e Información de la Mujer, CIMAC, remarco que en México, “las mujeres deben demostrar constantemente su valía en profesiones históricamente dominadas por hombres y la violencia que viven, no solo afecta su labor periodística, sino también su vida personal y familiar”.
En el diagnóstico sobre la experiencia de mujeres periodistas en 10 estados de la República se revela que un 81.8% no tiene mecanismos para prevenir la violencia en sus trabajos, y un 45.5% ha tenido que dejar su lugar de residencia por razones de seguridad.
La mayoría ha denunciado actos de violencia, pero muchas se han sentido revictimizadas en el proceso. Hay un alto nivel de violencia psicológica, económica, física y digital, así como impactos significativos en su salud física y mental.
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A pesar de estos desafíos, las periodistas muestran una gran valentía y resistencia, buscando nuevas formas de ejercer su profesión y mantenerse unidas como red de apoyo. La intervención de instancias de gobierno es crucial para brindar atención adecuada y mejorar la situación de estas mujeres. La charla concluye enfatizando la importancia de apoyar a las periodistas, ya que su trabajo es vital para el ejercicio del derecho a estar informados.
“El 81.8 por ciento de ellas refirió que en su actual lugar de trabajo o en el anterior, si es que son independientes, no contaban con mecanismos para prevenir, atender la violencia que experimentaban. El 45.5 señaló que en el pasado tuvo que dejar su lugar de residencia para salvaguardar su integridad. El 18.2 se encuentra actualmente fuera de su lugar de residencia por este mismo motivo, por la inseguridad que viven y la violencia a consecuencia de tocar intereses. Y el 18.2 no ha tenido que dejar su ciudad, pero sí cambiarse de casa”, detalló Paola Cabello, realizadora del reporte.
“El 100% de las periodistas ha denunciado los actos de violencia que han vivido, 54.5 lo hizo ante jefas o jefes, el 72.7 frente a medios de comunicación, el 72.7 también de forma legal y frente a instancias correspondientes, y el 45.5 ante mecanismos de derechos humanos como a nivel nacional e internacional”, añadió Cabello.
El 81.8 señaló haberse sentido revictimizada al denunciar la violencia que vivió, el 27.3 son actualmente beneficiarias del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos humanos y Periodistas, el 27.3 fue en algún momento beneficiaria, 9.1 solicitó su incorporación y fue rechazada y 36.4 nunca lo ha solicitado; “en el reporte de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión, de 2010 a 2024, es decir en 14 años, sólo se reportan dos indagatorias relacionadas con hostigamiento sexual”, recriminó Cabello.
El 36.4 ha considerado dejar de ejercer el periodismo en otros momentos de su vida, el 27.3 lo está considerando actualmente y 36.4 nunca se lo ha planteado, añadió.
“Dado que la violencia de género está naturalizada, muchas de las violencias que ellas viven son complicadas de percibir como violencias al inicio y cuando ellas ya lo tienen identificado, las autoridades no lo miran”, apuntó Cabello al detallar que el 80% de las periodistas narraron experiencias de violencia psicológica, el 53.3% experiencias de violencia económica, el 13.6% narraron experiencias de violencia patrimonial.
El 26.6% de las entrevistas contaron experiencias de violencia física, el 20% de violencia familiar, el 40% narraron experiencias de violencia institucional. El 6.6% de las periodistas narraron experiencias de violencia en la comunidad, también 26.6% de violencia digital, 93.3% experiencias de violencia laboral, resaltó.
Entre los impactos de la violencia en la labor periodística destacan: precarización, falta de confianza en sus capacidades y competencias por insultos, invisibilización y subestimación, también hurto de su trabajo, falta de condiciones básicas, malos tratos, retención de salarios o falta de pago.
En la salud física, los impactos fueron desde gastritis o colitis hasta abortos espontáneos a causa del estrés, cataratas, parálisis facial, ansiedad, depresión y estrés postraumático.
Quienes viven en pareja, señalan constante recriminación por “no ser buenas madres, buenas esposas. Estas mujeres siguen haciendo su trabajo, siguen cuidando a hijas e hijos y nos siguen informando y esa es una resistencia”, concluyó Cabello.