Este domingo 30 de noviembre se deberá encender la primera vela de Adviento en 2025, esta fecha marca el inicio del tiempo de Adviento, un periodo de cuatro semanas en el calendario litúrgico cristiano que sirve como preparación espiritual para la celebración de la Natividad de Jesús.
La tradición central de este periodo es la Corona de Adviento, un arreglo circular de ramas verdes que simboliza la eternidad y la vida. En ella se disponen cuatro velas, una para cada domingo. La vela que se enciende en este primer domingo es típicamente de color morado y se conoce como la Vela de la Profecía o la Vela de la Esperanza.
Oración para la primera vela de Adviento
El encendido de la Corona de Adviento es un hermoso ritual familiar que fomenta la unión y la reflexión espiritual. La primera vela es de color de morado que simboliza la preparación, la humildad y la conversión del corazón, invitando a los fieles a la reflexión y a renovar su vida espiritual; este proceso debe ser acompañado de una serie de pasos específicos.
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Nombras a un guía
Se deberá nombrar a un guía y a un lector para la Sagrada Escritura si desean incluirla. Una vez hecho, el guía comienza la oración con el signo de la cruz. Guía: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Todos: Amén.
Leer una porción de la biblia
Posterior a esto se debe hacer la lectura de la Palabra de Dios. Se lee una breve porción de la Biblia que invite a la vigilancia y la espera. Para este primer domingo, es tradicional la lectura del Evangelio según San Marcos 13, 33.
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Encendido de la Primera Vela y Oración
Una persona designada enciende la primera vela morada, mientras la vela arde, el guía o toda la familia reza la siguiente oración:
“Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven, muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera.
¡Ven, Señor Jesús!”
