El Sistema Cutzamala llegó al 96.22 por ciento de su capacidad máxima, con un acumulado de 752.9 millones de metros cúbicos, de acuerdo con el más reciente reporte de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Con este nivel, las autoridades aseguran el abasto de agua potable para el Valle de México durante los próximos dos años.
Actualmente, las principales presas presentan los siguientes niveles:
- Villa Victoria: 175.4 millones de m³ (96.38 por ciento)
- Valle de Bravo: 371.1 millones de m³ (94.1 por ciento)
- El Bosque: 187.7 millones de m³ (98.5 por ciento)
Citlalli Peraza Camacho, directora del Organismo de Cuenca Aguas del Valle de México (OCAVM), destacó que los niveles actuales permitirán garantizar el suministro hasta por 24 meses, si se mantiene el consumo moderado y las condiciones de lluvia favorables.
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Peraza Camacho agregó que, al finalizar la temporada de lluvias 2025, se prevé un almacenamiento total de 766 millones de metros cúbicos, lo que representaría el 98 por ciento de la capacidad total del sistema.
¿Por qué es importante el Sistema Cutzamala?
El Cutzamala abastece entre el 20 y 25 por ciento del agua que se consume en la Ciudad de México y municipios conurbados del Estado de México, por lo que su nivel es clave para garantizar la continuidad del servicio.
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Sin embargo, el flujo de agua varía según el almacenamiento en los embalses y las necesidades de distribución de la capital mexicana. Actualmente, Conagua envía un promedio de 6.5 metros cúbicos por segundo a los organismos de agua de la CDMX y el Edomex.
Esta cifra es mayor a los 4 m³/s registrados durante la crisis hídrica de 2023 y 2024, aunque sigue por debajo de los 10 m³/s que se distribuían antes de la sequía.
De acuerdo con datos del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex), cada habitante utiliza en promedio 380 litros de agua diarios, más del 200 por ciento por encima del parámetro recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sugiere 100 litros al día para cubrir necesidades básicas de consumo e higiene.
Este alto consumo mantiene la presión sobre el sistema hídrico, especialmente en zonas como el oriente de la CDMX, donde suele haber menor disponibilidad.