¿Qué harías por amor? En la antigüedad, muchos de los grandes hombres de la realeza demostraban el cariño que le tenían a su amada con gestos grandilocuentes, como la construcción de un palacio, enormes monumentos ¡o hasta un Acueducto como el de Querétaro!
El Acueducto de Querétaro, está fundado en una de esas emotivas historias, que llegan del boca en boca hasta nuestra generación. Dice la leyenda que Don José Antonio de Urrutia y Arana, el marqués de la Villa del Villar del Águila, le dedicó esta obra a Sor Marcela para cumplirle un deseo, a pesar de que ella renunció al amor para mantener sus votos religiosos.
Una misión para el marqués de Villa del Villar del Águila
Luego de días y días navegando las profundas aguas del océano Atlántico, el marqués Don José Antonio de Urrutia y Arana arribó a tierras mexicanas, más precisamente a su centro más activo de la región, ubicado en la Ciudad de México.
Te podría interesar
A poco de su estadía, tuvo que encargarse de una gran misión: debía trasladarse a Querétaro por la inauguración del Colegio y el Convento de las Capuchinas. En esa época, se estilaba que el marqués escoltara al séquito de monjas que habitaría la institución.
Don José de Urrutia y Sor Marcela
Durante la travesía, Don José de Urrutia sería soprendido por el amor. Marcela, una guapísima monja (que era sobrina de la señora Paula Guerrero Dávila, esposa de este hombre de la realeza) se apareció ante él y fue amor a primera vista. Sin embargo, la muchacha no podría entablar una relación con él debido a la fidelidad de sus votos.
Ante la desilusión, el marqués de la Villa del Villar del Águila no se quedó de brazos cruzados y decidió concederle un deseo a Sor Marcela. Como muestra de su gran cariño, ordenó la construcción de un canal para brindarle agua limpia la ciudad. Todos los habitantes celebraron la obra y la enamorada Sor Marcela le prometió a su amado dedicarle una oración todos los días, por su gran bondad y algarabía.
El Acueducto de Querétaro: el salvador de un pueblo
Esta obra sin duda marcó un antes y un después en la población de Querétaro, ya que en ese momento atravesaban una situación crítica. El agua que consumían sus ciudadanos venía directamente del río, y no contaba con un proceso de purificación para potabilizarla. Debido a la gran contaminación, muchos caían en la enfermedad, un gran mal que acechaba a la localidad.
Mediante el gesto de amor de Don Urrutia, el pueblo de Querétaro pudo empezar a disfrutar de agua limpia y de calidad, lo que redujo los malestares y, de forma definitiva, enamoró para siempre a su amada Sor Marcela, aunque debieran vivir separados por su promesa a Dios.