Igual que en el 2020, miles de mujeres de todas las edades formaron una marea violeta que inundó las calles de la Ciudad de México y que tomó el espacio público del Zócalo para hacerlo seguro y hacerlo suyo.
Decenas de colectivas y contingentes, juntos y por separado marcharon exigiendo respeto, seguridad, fin a las violencias y alto a la impunidad que rodea los crímenes en contra de las mujeres.
Las policías integradas al grupo Ateneas de la Ciudad de México, se valieron de todo para tratar de evitar el avance de algunos contingentes como el Bloque Negro, a cuyas integrantes de acuerdo a Miguel Barrera, director de la Brigada Marabunta las acusaron incluso de portar ácido para lanzarlo a otras mujeres.
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Las mujeres marchan porque están enojadas, porque tienen miedo, porque a pesar del discurso oficial, los feminicidios van al alza y por ello es que golpean con rabia las vallas que fueron colocadas frente a Palacio Nacional por el autodenominado Gobierno más feminista en la historia del país, el cual las recibe con gases lacrimógenos y les lanza objetos a las que se manifiestan del otro lado.
Mientras en la plancha del Zócalo, ellas pintaron con colores rosados, violetas, negros y rojos consignas contra sus violadores, pedófilos, agresores, violentadores, pero también hicieron una ofrenda de flores y semillas para honrar a las víctimas de feminicidios y entre el humito sagrado del copal y la marihuana, quemaron pancartas y fotos de los agresores para mostrar su descontento por la violencia en el país.
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Todo esto enmarcado por las explosiones de cohetones lanzados desde el lado de la policía para desincentivar su presencia, su manifestación y su rabia.
Mientras algunas mujeres, incluidas policías resultaron lesionadas durante su participación en esta movilización.