Debido a que la base de la Inteligencia Artificial es la recopilación y almacenamiento de datos, uno de los principales desafíos para su implementación, es el tener un marco regulatorio que permitan definir de manera precisa el uso, almacenamiento y resguardo de los datos personales, reconoció Adrián Alcalá Méndez, Comisionado Presidente el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales.
Durante su participación en la mesa de diálogo “Sandbox en IA. La gobernanza de datos y privacidad” recordó que los llamados sandboxes, representan una oportunidad para fortalecer la transparencia y el aprovechamiento de los datos abiertos, ya que protegen las partes físicas de los sistemas informáticos, con el fin de evitar daños y ciberataques, generando un entorno seguro para experimentar el potencial de la Inteligencia Artificial.
“Con los sandboxes, podemos experimentar soluciones innovadoras, con lo cual se contribuye a la construcción de marcos normativos sólidos y que, efectivamente, estén adaptados a la realidad que enfrentamos día con día. Por supuesto que la realidad va mucho más adelante que la norma regulatoria, por eso es importante este tipo de espacios, para ponernos a la vanguardia”.
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En la mesa de diálogo participaron también representantes del INAI, de instituciones públicas, del Senado de la República, así como de la academia y de organizaciones de la sociedad civil.
Un sandbox en informática o un entorno de pruebas, es una máquina virtual aislada en la que se puede ejecutar código de software potencialmente inseguro sin afectar a los recursos de red o a las aplicaciones locales.
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Los investigadores de ciberseguridad emplean los sandbox para ejecutar códigos sospechosos provenientes de archivos adjuntos y URL desconocidos, y observar su comportamiento.
Algunos indicadores muy reveladores son: si el código se autorreplica, si intenta contactar a un servidor de comando y control, si descarga software adicional, si cifra datos delicados, etc.
Como el entorno de pruebas es un entorno emulado sin acceso a la red, datos u otras aplicaciones, los equipos de seguridad pueden “detonar” el código con seguridad para determinar cómo funciona y si es malintencionado.