La violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes “es como una pandemia silenciosa. No hacer algo frente a esto, no es una opción, por eso es necesario generar cambios”, manifestó Mark R. Thomas, representante del Banco Mundial en México.
El experto advirtió que la violencia de género “tiene impactos negativos, emocionales, sociales, económicos y de salud, inmensos para quien la sufre, y afecta a la formación de las capacidades, la productividad y las oportunidades económicas de las sobrevivientes. Se ha estimado que los costos económicos asociados con la violencia de pareja representan entre 3 y 4 por ciento del PIB de un país. Esta situación es inaceptable”, subrayó el experto en el Tercer Congreso sobre violencias de género. Evidencias y mejores prácticas de intervención en México, América Latina y el Caribe.
El segundo reporte anual sobre feminicidio de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) señala que de cada 10 homicidios intencionales, ocho son de hombres y dos de mujeres; de estos últimos, poco más de la mitad se lleva a cabo por las parejas íntimas o algún miembro de la familia, y muchos de esos ocurren en su propio hogar, agregó la coordinadora del Centro de Excelencia de ese organismo, Adriana Oropeza Lliteras.
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Cada día, en promedio, 133 mujeres fueron asesinadas durante 2022 a nivel mundial. “Se requiere mejor información para entender los contextos de cómo suceden estos feminicidios y diseñar en algún momento intervenciones más especializadas”, añadió la funcionaria de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito de Naciones Unidas.
En tanto, la directora del Instituto Investigaciones Jurídicas, Mónica González Contró, dijo que esta violencia, además de una violación a las garantías fundamentales, constituye una forma de discriminación en la medida en que impide el ejercicio libre de las prerrogativas de las personas. “Cuando una niña tiene temor a acudir a su centro educativo por violencia de género, ve vulnerado su derecho a la educación”; además, hay conductas que vemos como normales o naturales y que ni siquiera pueden identificarse como violencias, están invisibilizadas y eso hace especialmente difícil su denuncia y erradicación”.
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La directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM, Marisa Belausteguigoitia Rius, sostuvo que ante el contexto de transgresión criminal, narcotráfico, drogas, debemos preguntarnos qué es y qué no es violencia, y qué pueden significar los actos no violentos, cómo detectarlos, nombrarlos y definirlos; “un acento en la fuerza de grupos que buscan legitimidad; por ejemplo, en la protesta, supone un desafío para el feminismo”, hay que analizar al activismo que argumenta prácticas violentas como autodefensa, y elaborar un glosario para esos actos, apuntó.
La coordinadora de Humanidades de la UNAM, Guadalupe Valencia García, llamó a redoblar esfuerzos y no bajar la guardia ante estas agresiones.