Agresores sexuales usan lo que menores publican en redes, para atrapar víctimas, alertan

El Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados, destacó que los agresores sexuales que operan a través de plataformas digitales, usan información que niños y adolescentes publican en sus redes.

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Los agresores sexuales que operan a través de redes sociales, usan la información que niños y adolescentes publican en redes sociales, sobre sus gustos y preferencias, así como sus estados de ánimo, ubicación, escuela y actividades cotidianas, con o sin el consentimiento de los padres, para identificarlos, investigarlos y atraparlos, alertó la especialista del Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados, ICMEC, Pilar Ramírez.

Al participar en un taller sobre delitos cibernéticos contra la niñez y adolescencia, organizado por la bancada del Partido Encuentro Social (PES) en la Cámara de Diputados, la coordinadora de proyectos para Latinoamérica y el Caribe de dicha organización subrayó que los agresores sexuales podrían estar muy cerca de las víctimas.

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Indicó que de acuerdo a estudios de caso, así como del comportamiento de quienes usan las redes de internet para cometer delitos, publicados en la Revista de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Barcelona, la mayoría de los ofensores sexuales no son personas agresivas, por el contrario, tienen facilidad para socializar.

Tras aseverar que por ello es fundamental tener cuidado con lo que se publica en las distintas plataformas cibernéticas, indicó que en 90 por ciento de los depredadores son varones y suelen utilizar identidades falsas para "enganchar" víctimas.

"Publicación de información que no deben publicar. Estoy solo, estoy triste, me gusta cierto cantante. Algunos agresores sexuales lo que andan buscando es eso: uh, el chico está triste, o el chico dice que le gusta Justin Bieber, ah, entonces yo empiezo a investigar acerca de Justin Bieber porque ya tengo más o menos cómo engancharlo con algo que yo sé que a él le gusta", planteó.

"¿Qué recomendamos a los padres? ¡No estén publicando ubicación de dónde se encuentran en este momento, las fotos del uniforme de los chicos! Si nosotros lo utilizamos para investigar, o sea, ¡los criminales también lo utilizan para investigar a sus víctimas!", alertó.

Atacar esos delitos, enfatizó, implican una mayor responsabilidad de los padres de familia y personas con las que los menores están en contacto, como los maestros en la escuela.

Las medidas preventivas, dijo, comienzan con el uso bajo supervisión, de dispositivos tecnológicos como celulares, tabletas, videojuegos, consolas, computadoras y cualquier otra herramienta con acceso a internet y a redes sociales.

Recalcó que prohibir el acceso a dichos medios o la apertura de cuentas en esas redes no es lo más adecuado, porque los niños y adolescentes buscarán a escondidas, utilizando nombres y fotos falsos y fuera de casa o la escuela, el modo de conectarse e interactuar no solo en Facebook, sino en otras plataformas donde se comparten videos, fotos e información, como Snapchat e Instagram.

En cuanto a la posición de México en el combate a los ciberdelitos, indicó que se encuentra identificado con color "amarillo", porque ha registrado avances en materia de legislación y reglas para penalizar los delitos sexuales contra menores, pero hace falta que las empresas proveedoras de tecnología, incluyendo las plataformas sociales a través de las que operan los agresores, cooperen más, notificando los casos de ese tipo que logren identificar.

Asimismo, recomendó que se deje de utilizar el término legal pornografía infantil para penalizar esa conducta, por resultar impreciso, ambiguo y tener un enfoque erróneo.

Explicó que el concepto correcto y que se está utilizando a nivel internacional, recomendado por instancias como UNICEF, es el de "uso de material con contenido de abuso sexual infantil", lo que engloba fotos, videos, fotos digitales y demás información no impresa.

Agregó que la norma vigente clasifica esos delitos como "pornografía infantil", pero el error de concepción está en que la pornografía implica el consentimiento de quienes participan en esas actividades, pero en el caso de menores de edad no hay "nunca hay consentimiento".

Una jovencita o un adolescente de 15, 17 o menos años que realicen actos de prostitución no lo hacen por consentimiento, está siendo víctimas de abuso sexual, advirtió.

"Si ustedes quieren hablar de pornografía infantil, pongan en un paréntesis a la par: material con contenido de abuso sexual infantil. La connotación de material es más amplia y lleva todo lo concerniente a cuestiones psicosociales, que podemos nosotros darle atención al niño, que solo lo que es pornografía infantil, que no la debemos de utilizar más, pero que les digo, utilicémosla porque la legislación así la llama", agregó.

La especialista también habló de la importancia de identificar los signos de alerta que puede presentar un menor de edad que está siendo víctima de ilícitos como el "grooming", o "seducción" de menores a través de la tecnología, para entablar relaciones que deriven en actos sexuales en línea o en persona"; el "sexting" o intercambio de imágenes de contenido sexual; y la "sextorsión" o uso de imágenes y materiales de contenido sexual, para presionar y extorsionar a la persona involucrada.

Si niños, niñas o adolescentes muestran conductas como aislamiento, uso excesivo de internet, mienten para acceder a internet, cambios en la alimentación y comportamiento, crisis de ansiedad y rabia, cambios de estado de ánimo constantes, apatía e indiferencia, agresión y desconfianza hacia los padres, apuntó, son signos de alerta a tomar en cuenta.

Sentenció que los padres o tutores, maestros y personas puede cometer un grave error y empeorar la situación, si al detectar esas conductas responden con desconfianza, regaños, agresión y castigos.

Lo único que lograrán, enfatizó, será victimizar a las víctimas, aislarlas más y orillarlas a seguir buscando refugio y respuestas en las redes sociales, que muchas veces pueden venir no de amigos ni de personas cercanas, sino de los propios agresores que están esperando encontrar menores en condiciones de vulnerabilidad, para hacerlos presa.