Convoyes de vehículos que transportaban a familiares de un grupo de niños y mujeres que fueron asesinados en una emboscada serpenteaban en la oscuridad desde Estados Unidos hasta una remota región del norte de México para acudir a sus funerales.
Las víctimas, tres madres y seis niños de una comunidad mormona méxico-estadounidense, fueron atacadas el lunes por la mañana cuando conducían por un camino sin pavimentar en el fronterizo estado Sonora para reunirse con familiares en el vecino estado Chihuahua y Phoenix, Arizona.
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La noche del miércoles, docenas de vehículos y camionetas escoltadas por efectivos de la Guardia Nacional llegaron al municipio Bavispe, donde el jueves se llevarán a cabo los funerales de dos de las mujeres y sus familias.
Los restos de Miller y sus hijos, cuyos cuerpos fueron reducidos a cenizas y huesos después de que el automóvil en el que viajaban quedó envuelto en llamas tras el ataque, serán enterrados el viernes en otro poblado llamado Colonia LeBarón.
Alex LeBarón, quien se encontraba con el convoy, dijo a una radio mexicana que los dolientes habían venido desde Estados Unidos y todo México, trayendo comida y colchones para el viaje.
La familia LeBarón, que llegó a México a principios del siglo XX, afirma que ahora está compuesta por más de 5,000 miembros.
Autoridades y familiares de las víctimas aseguran que el ataque sería obra de los cárteles de Juárez y Sinaloa, que se disputan el control del territorio para el envío de droga hacia Estados Unidos.
Las víctimas provenían de prominentes familias locales -incluyendo a los LeBarón y los Langford- con ciudadanía tanto de México como de Estados Unidos, como la mayoría de los residentes de los pocos asentamientos mormones en el área.
Enclavadas en los fértiles valles de las montañas de la Sierra Madre, a pocas horas al sur de la frontera con Estados Unidos, las comunidades más antiguas se remontan a finales del siglo XIX, cuando la convulsión por la poligamia en la iglesia con sede en Utah llevó a su fundación.