En los últimos 30 años, la tasa de participación promedio de América Latina para mujeres de 15 años y más aumentó en 11 puntos porcentuales, un ritmo superior al de otras regiones del mundo; sin embargo, en 2018 la brecha de la tasa de participación de las mujeres con respecto a los hombres alcanzó en promedio todavía 25,9 puntos porcentuales.
Mediante el estudio Coyuntura a Laboral en América Latina y el Caribe, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalan que aún existen grandes diferencias entre países, tanto en su ritmo de crecimiento como en los niveles de participación laboral femenina alcanzados, y un rezago significativo respecto a los países desarrollados.
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Dicho estudio agrega que para comprender la evolución de la tasa de participación laboral femenina en América Latina y analizar las expectativas a futuro, resulta crucial reflexionar sobre el hecho de que la decisión de participar en actividades remuneradas está influenciada por una diversidad de circunstancias y a su vez repercuta en otras decisiones, principalmente la de inversión en educación y las relacionadas con la familia.
"La región ha avanzado en muchos de los factores que inciden positivamente en la decisión de participar en el mercado laboral, como por ejemplo la igualdad en el acceso a la educación, disminución de la tasa de fecundidad, mayores niveles de ingreso promedio y de acceso a tecnologías que reducen el tiempo necesario para realizar actividades domésticas y mejoran los servicios de salud reproductiva. También se han logrado avances en términos de derechos políticos y normas sociales", destaca el texto.
Señala que aún se observan retrasos en algunas áreas que podrían limitar el crecimiento de la participación laboral; entre ellos se pueden mencionar las brechas de género en cuanto a rendimientos esperados de la educación y aspectos culturales que favorecen el rol reproductivo y de cuidado de las mujeres.
Refiere el informe que la incorporación de nuevas tecnologías podría generar un aumento en la participación de las mujeres en actividades remuneradas. No obstante, advierte que una mayor participación no necesariamente implica mayor calidad del empleo ni de calidad de vida.
Recalcó que es necesario la incorporación de algunas políticas para evitar mayor precarización laboral y sobrecarga de trabajo, de modo que no se incrementen las brechas actuales entre ambos géneros.
Según ambas instituciones, en estos meses la tasa de desocupación urbana regional se mantuvo estable respecto al mismo periodo de 2018, y alcanzó 10,1 por ciento promedio para los 15 países de América Latina analizados.
Agregan que el bajo crecimiento económico registrado durante el primer semestre afectó la generación de empleos y también las condiciones laborales. Por una parte, en este semestre los empleos por cuenta propia (en general de menor calidad) siguieron creciendo más que los empleos asalariados.
Por otra parte, se mantuvo la tendencia de una concentración en los sectores de servicios, mientras que el crecimiento observado desde 2017 de empleos en la industria muestra desgaste y desaceleración.
"Durante el 2019 se observa que los sectores y categorías que tienden a generar empleo de mejor calidad pierden terreno frente a los sectores en donde predomina la creación de empleo de condiciones laborales más informales. Además, el salario medio real del empleo registrado y los salarios mínimos reales crecen a una tasa menor que en años anteriores", refieren ambos organismos.