Un equipo de investigadores descubrió el queso más antiguo del mundo entre un gran alijo de vasijas de arcilla dentro de la tumba de Ptahmes, exalcalde de Memfis, ciudad del antiguo Egipto, en lo que actualmente es la localidad de Saqqara.
Científicos de las universidades de Catania, en Italia, y de El Cairo, Egipto, tropezaron con las vasijas durante una misión de excavación entre 2013 y 2014 y dentro de uno de los recipientes fragmentados, notaron una “masa blanquecina solidificada”.
Desde el principio los investigadores sospecharon que era comida, pero desconocían su naturaleza, por lo que la masa fue sometida a análisis, cuyos resultados revelaron que se trataba de un queso que habría sido elaborado hace aproximadamente tres mil 200 años.
Los expertos también encontraron un trozo de tela de lona que probablemente se usó para preservar y cubrir el alimento, pues la textura del tejido sugería que la comida se solidificó cuando se enterró con Pathmes, lo que descartaba que fuese leche vieja.
Los investigadores cortaron el queso y llevaron una pequeña muestra al laboratorio de química para su análisis. Allí, el equipo disolvió la muestra en una solución especial para aislar las proteínas específicas en su interior.
Los resultados mostraron que la masa contenía cinco proteínas separadas que se encuentran comúnmente en la leche de bovino (vacas, ovejas, cabras, búfalos), dos de las cuales eran exclusivas de vaca y a partir de ello los científicos concluyeron que era un producto parecido al queso.
“La muestra actual representa el queso sólido más antiguo descubierto hasta hora”, escribieron los investigadores en su estudio publicado en la revista Analytical Chemistry.
De acuerdo con las creencias populares sobre entierros de momias egipcias, este queso debía tener una maldición, que podría ser una desagradable infección, ya que el análisis de proteínas mostró una asociada con la Brucella melitensis, una bacteria que causa la enfermedad altamente contagiosa llamada brucelosis.
Esa enfermedad se transmite de manera común de los bovinos a los humanos a través de la leche no pasteurizada y la carne contaminada. Los síntomas incluyen fiebre severa, náuseas, vómitos y varias otras dolencias gastrointestinales.
Si el queso está efectivamente infectado con la bacteria Brucella, eso hace que el hallazgo sea la “primera evidencia directa biomolecular de esta enfermedad durante el período faraónico”, agregaron los investigadores.