En el marco de los cambios de gobierno en distintos países de América Latina, como México, se ha expresado el rechazo a la corrupción a través del voto, sin embargo, hay riesgos latentes, advirtió la ex Presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla.
La ex mandataria señaló que, en distintas naciones, como Guatemala, Honduras, Brasil y ahora México, los ciudadanos no solo han decidido salir a las calles a exigir la renuncia de gobernantes corruptos, sino que expresaron esa convicción en las urnas.
“Con independencia del resultado, yo no soy quien para decir si fue el mejor o no para México, pero que de alguna manera, México hizo lo mismo, de manera totalmente institucionalizada a través del ejercicio del voto en las elecciones pasadas, cuando hizo de la preocupación de la corrupción su principal móvil”, expresó.
“Se corren riesgos de que cambie algo en relación con la ciudadanía y yo diría que sí, también tenemos que reconocer y esta es una triste noticia, que las democracias no tenemos que darlas por sentadas”, apuntó Chinchilla Miranda.
Al acudir al Foro “Lucha Anticorrupción: la experiencia internacional”, organizado por la Comisión Especial de seguimiento a los Procesos y Resultados de las Compras del Gobierno Federal de la Cámara de Diputados, la ex funcionaria sentenció que aún los procesos democráticos se ven amenazados por elementos como el populismo.
Si a ello se suman el cortoplacismo, los retrocesos en reformas estructurales, el ineficiente combate a la corrupción, el clientelismo, y la tolerancia social a esas anomalías, el resultado puede ser el desencanto de la ciudadanía, alertó.
“Si esta lucha no logra cuajar con éxito, esta lucha contra la corrupción, una es que se dejen llevar cada vez más por los cantos de sirena del liderazgo populista, que muchas veces lo único que hace es utilizar esos temores, ese hartazgo ciudadano, para fundar instituciones que lo que empiezan es a propiciar otra vez, la disminución de la independencia de poderes”, indicó.
“El oscurantismo, la anulación de los colchones políticos, las limitaciones de la prensa independiente y entonces vuelve otra vez América Latina a abrir su ciclo de gobiernos populistas, autoritarios, excesivamente concentradores de poder”, refrendó.
La ex mandataria indicó que un riesgo más es el del “desencanto” porque los casos de corrupción en investigación no lleguen “a buen puerto” y persista la impunidad.
Recalcó que la “triada oscura del liderazgo” en regiones como la latinoamericana, con una historia de gobiernos populistas y autoritarios, puede volver a expresarse si las nuevas administraciones se enfrascan en medidas cortoplacistas y sin visión de largo alcance.
Lo mismo ocurriría sin un compromiso de las nueva administraciones de mantener vigentes las decisiones favorables y si da marcha atrás al camino andado con reformas legales.
Añadió que si persiste el clientelismo, en el que el político opera en función de entregar pequeñas dádivas a los pobres a cambio de su fidelidad en el voto; así como el financiamiento irregular a las campañas, y el pago de favores económicos o electorales con contratos públicos, los desafíos para las democracias latinoamericanas seguirán siendo mayúsculos.
Expresó que ante ese panorama adverso, se han abierto espacios a cambios de gobierno y en algunas ocasiones, como la mexicana, a una renovación prácticamente de todo el aparato público con gubernaturas, legislaturas, alcaldías y la Presidencia.
Dichas circunstancias pueden resultar favorables si los ciudadanos valoran de las experiencias vividas, lo que se hizo mal para no repetirlo, y lo que es benéfico, para potenciarlo.
Respecto a las reformas normativas hechas por los antecesores, indicó que las nuevas administraciones tienden a “despreciarlas”, pero es preciso evaluarlas y dar continuidad a elementos que sean rescatables.
Al manifestar que la ciudadanía es el garante de la lucha contra la impunidad, la ex Presidenta Chinchilla puntualizó que la calidad del liderazgo, es la que intensificará o pondrá freno a la lucha contra la corrupción.
Se pronunció a favor de que los gobiernos y los políticos brinden garantía a los ciudadanos de que la lucha contra la corrupción prometida se hará realidad, de lo contrario, la consecuencia será el desencanto social.