Diversas complicaciones en la piel, en la sangre, en vías respiratorias y neurológicas, hasta incapacidad o incluso la muerte, pueden ser las consecuencias de la automedicación y los remedios caseros para tratar la varicela, alertó el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
María Isabel Solís Manzur, coordinadora de Programas Médicos de la Coordinación de Vigilancia Epidemiológica del IMSS, explicó que la población considera a la varicela, enfermedad altamente contagiosa, como benigna y fácil de tratar en casa, sin embargo advirtió que en grupos de riesgo como niños menores de un año de edad, mayores de 20 años, así como en pacientes con alteraciones en el sistema inmunológico y mujeres embarazadas se deben tener los cuidados y tratamientos adecuados.
Por ello, la especialista recomendó que ante síntomas como malestar general, fiebre y las primeras lesiones en cuero cabelludo y cara, se debe evitar la automedicación y acudir con el médico familiar para recibir tratamiento farmacológico para aliviar las molestias.
Solís Manzur también aconsejó no suministrar a niños ácido acetilsalicílico ni ibuprofeno para controlar la fiebre, ya que puede complicar su salud con una enfermedad conocida como síndrome de Reye, que afecta de forma grave el hígado y el cerebro.
Den igual forma, indicó que se debe evitar el uso de pomadas para tratar la comezón, sin que haya una prescripción médica a fin de evitar la infección con bacterias de las ampollas.
“En cuanto a las lesiones se tienen que mantener limpias pues la causa más frecuente de complicación es la sobreinfección con bacterias, entonces las lesiones deben estar limpias y muchas veces se tiende a aplicar remedios caseros que complican más que ayudar a los niños”, subrayó.
La varicela se contagia a través de secreciones de nariz y boca de un paciente infectado a una persona sana y 90 por ciento de los casos ocurren en niños en edad preescolar y primaria, añadió la infectóloga pediatra.
En 2017 el IMSS otorgó 70 mil consultas para atender esta enfermedad, mientras que la Organización Mundial de la Salud estima que cada año, entre 80 y 90 millones de personas en el mundo la padecen.