Iniciar un movimiento bélico entorno a la crisis en Siria, “sería costoso, implica también la autorización del Congreso estadounidense y esfuerzo sistemático de combate” alerta experta de la Universidad Nacional Autónoma de Mexico (UNAM).
El sábado 7 de abril Duma, el último bastión rebelde a las puertas de Damasco, fue blanco de bombardeos y de armas químicas contra la población. Al menos 40 personas murieron.
El régimen de Bashar al Ásad, respaldado por Rusia e Irán, negó el uso de armas químicas y acusó a los rebeldes sirios de “fabricar” el ataque a civiles pero Estados Unidos y Francia dijeron tener pruebas de la represión del mandatario y, junto con el Reino Unido, bombardearon territorio sirio el pasado 14 de abril.
Las reacciones al ataque que ordenó el gobierno de Trump han causado sorpresa, indignación y hasta aplausos de gobiernos pertenecientes a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pero “estas acciones son completamente ilegales desde el punto de vista del derecho internacional”, afirmó María Cristina Rosas González, doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.
Según la especialista existen “indicios” de que fue la resistencia siria atacó el 7 de abril al poblado, para propiciar que Trump iniciara la escalada bélica y deponer al régimen de Bashar al Assad.
La académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM resaltó que la crisis “es grave, pero no veo a Trump arriesgándose a una guerra y gastando capital político, que necesitará en noviembre, castigando a un país por razones que aún no son claras”.
Lo cierto es que este ataque puede darle auge a las fuerzas del Estado Islámico, como sucedió en Irak hace algunos años.
“La idea era acabar con el régimen de Sadam Hussein y lo hizo, pero creó a un monstruo: Daesh”, explicó Rosas González.
Si la apuesta de Estados Unidos es deponer al régimen de Al Assad puede revitalizar a los grupos terroristas, “no sé si cálculos de este tipo los esté haciendo Estados Unidos”, explicó.
La especialista señaló que Trump “es muy dado a dar manotazos en la mesa y tomar decisiones viscerales”.
Es un presidente poco diplomático que hace “uso de los garrotes” y utiliza a sus fuerzas armadas y poder militar para complacer a la base dura de los republicanos más conservadores, cuyo apoyo necesitará en los comicios de noviembre.
Trump quiere impulsar la imagen de presidente que está al mando, “que no le tiembla la mano”, pero tiene problemas de gobernabilidad. “En quince meses de gobierno han renunciado 30 miembros de su gabinete que tienen que ver con seguridad nacional”.
Por otro lado, su relación con Rusia “va de mal en peor”, está el fantasma del Rusiagate, y con estos ataques “Trump logra desmarcarse de Rusia para dar el mensaje de que no hay una concertación macabra entre Putin y Trump para que éste fuera presidente”.
No habrá represalias de Rusia contra Estados Unidos ni con sus aliados porque ya arrastra una crisis con occidente por el tema de Ucrania (le quitó la región de Crimea), “no podría arriesgar tanto por Siria”, es cierto que es un aliado estratégico y le permite tener una presencia prominente, pero Putin no está dispuesto a tanto, agregó.
El escenario actual tiene similitudes con la situación que se vivió con Irak, pero también profundas diferencias que, de seguir, tendría consecuencias políticas, finalizó.