Los obispos de México emitieron un mensaje con motivo del proceso electoral 2018, en el que instan a los creyentes a participar en la vida política y cívica de cada una de las comunidades, ya que solo participando “podemos transformar positivamente nuestra nación” y a evitar elegir al mal menor.
El presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, José Francisco Gómez Ortega y Alfonso Miranda Guardiola, obispo Auxiliar de Monterrey y secretario general de la CEM, señalaron que este año se renovarán más de 3 mil cargos públicos en 30 entidades federativas, incluyendo al presidente de la República, “sin embargo, lo más relevante es que cerca de 90 millones de mexicanos, mayores de 18 años, podremos emitir nuestro voto de manera libre y secreta”.
Por lo anterior, llaman a las personas a reconocer la legitima variedad de opciones políticas posibles, y agregan que “la fe cristiana trasciende las propuestas políticas concretas y deja en libertad a los fieles, para que elijan en conciencia de acuerdo a los principios y valores que han descubierto en la experiencia de la fe”.
Los representantes de la CEM apuntan qué hay preceptos que son básicos para garantizar que la vida de todos sea más libre y más digna: entre ellos el respeto a la vida desde su Concepción; la importancia del matrimonio heterosexual y monogámico; la vigencia de la más plena libertad para vivir de manera individual y asociada de acuerdo a nuestras opciones en conciencia en materia religiosa; la centralidad ética y social que poseen los más pobres y excluidos de nuestras sociedades, etcétera.
La Iglesia católica exhortó a los creyentes a ha realizar un discernimiento crítico que les permita optar en conciencia por quienes puedan realizar un auténtico bien común, además de participar activamente y de manera organizada en las elecciones; orar en familia y en comunidad para que la próxima jornada electoral se realice en paz y “buscar el “bien posible”: hay que evitar a toda costa elegir en base al “mal menor”.
En la enseñanza de la Iglesia el mal moral no puede ser elegido nunca ni como fin ni como medio. El principio del “mal menor” sólo aplica cuando los males en juego son de orden físico, no moral. En contextos complejos e imperfectos lo que debe imperar es la búsqueda del “bien posible” que aunque sea modesto, todos estamos obligados a procurar.