La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) alertó sobre el proceso de degradación del suelo en México, con resultados dramáticos como la declinación de la fertilidad de la tierra y la reducción del contenido de materia orgánica, lo que genera zonas improductivas para cualquier actividad económica
En ocasión del Día Mundial para Combatir la Desertificación y la Sequía, precisó que las actividades humanas son las principales causas de la degradación del suelo, ya que la satisfacción de las necesidades materiales supone la transformación de los recursos naturales y con frecuencia la alteración del medio ambiente.
La erosión también afecta las capas superficiales de las tierras, donde, si bien es posible desarrollar actividades agropecuarias y forestales, se presenta una baja considerable en la producción, aunque en dichas zonas sería posible revertir el fenómeno mediante un uso sustentable del recurso.
Otro tipo de degradación es la erosión que afecta principalmente zonas de bosques de coníferas y encinos.
De tal modo que para la Comisión Nacional, las tierras y suelos productivos son básicos para la vida, ya que nos proveen de alimento, agua, material de construcción y medicinas, entre otros muchos satisfactores.
Por esa razón debe llamarse la atención de cómo la desertificación y la sequía agudizan sensibles problemas sociales como la pobreza, la salud y la nutrición deficientes, la falta de seguridad alimentaria, y los problemas derivados de la migración y el desplazamiento de personas, que conllevan la vuleración de múltiples derechos humanos.
La desertificación es la degradación de las tierras secas, como resultado de la incidencia de factores como son las variaciones climáticas y las actividades humanas.
Entre estas últimas, destacan los cambios de uso de suelo, la tala de árboles y de arbustos, el sobrepastoreo y la agricultura intensiva, que agota los nutrientes del suelo.
Ante este panorama, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos instó al Consejo Nacional de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible para que, con la participación de los gobiernos locales, el sector privado, la sociedad civil y la academia, se coordine el desarrollo de estrategias, políticas, programas y acciones con recursos suficientes que conduzcan al cabal cumplimiento de la meta 15.3:
“Para 2030, luchar contra la desertificación, rehabilitar las tierras y los suelos degradados, incluidas las tierras afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones, y procurar lograr un mundo con una degradación neutra del suelo”,considerando para tal efecto, los postulados de la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (UNCCD por sus siglas en inglés), tratando a la sequía como un permanente riesgo.