Escrito en
NACIONAL
el
México experimenta en la última década una acelerada transformación en su diversidad religiosa, resaltaron Renée de la Torre y Alberto Hernández, quienes desarrollaron la Encuesta Nacional sobre Creencias y Prácticas Religiosas.
“Una tercera parte del creyente católico dice yo creo por tradición, es por herencia pero el lazo con el catolicismo es débil; otro 30% dice yo me considero católicos ‘a mi manera’, es decir, soy católico budista, new age, chamánico”, precisaron.
“Católicos por convicción son una minoría, y los que cambian de religión son el porcentaje mayoritario” del país, apuntaron.
Después de los católicos 97% de los municipios del país tiene Testigos de Jehová; le siguen los que no tienen religión aunque si espiritualidad (representan el 4.5%).
El creyente mexicano, dijo De la Torre, es muy “ritualista”: va a peregrinaciones, tiene altares en casa, en el taller, sigue estando ligado a mandas y, después de Irlanda, México es el segundo país con mayor frecuencia de asistencia a servicios religiosos en el mundo.
El ritual es base de socialización; quienes se convierten a las iglesias evangélicas y pentecostales son quienes van más a los servicios religiosos; lo hacen diario el 60% mientras que los católicos va una vez a la semana, subrayó.
Sobre el porqué cambian los mexicanos de religión, la experta destacó que no solo es el ejercicio de un derecho personal; también, advirtió De la Torre, “la parroquia está en crisis, más que la gran institución de los obispos. La parroquia ya no es el elemento de cohesión y socialización a diferencia de los grupos evangélicos que si están generando lazos comunitarios”.
Sobre la presencia de la Santa Muerte y los santos seculares en la vida del mexicano, es “avasalladora” la importancia de la Virgen de Guadalupe.
“Más del 80% de los mexicanos sí creen en la Virgen de Guadalupe, un 60% de los mexicanos dice tener un altar doméstico a la Virgen de Guadalupe. Los altares a otros santos incluidos los no católicos, aparecen con frecuencias menores al 1%”, detallaron.
Esto “desmitifica” esa imagen del mexicano que se ha querido construir de que solo estamos trazados por la cultura de la violencia”, explicó De la Torre.
Hernández consideró que cuando se va a la óptica de las devociones y su relación con el crimen organizado, encontramos una relación que depende del grupo. “Vemos a un Jesus Malverde en caída importante y un crecimiento de la devoción a la Santa Muerte”, señaló.
En las disputas entre grupos hay un elemento simbólico de la Santa Muerte pero esto se expresa más en Tamaulipas y Coahuila. En Michoacán los grupos delincuenciales están ligados a una cuestión espiritual diferente, con los “Templarios”. En Sinaloa los cárteles han empoderado a San Judas Tadeo, pero la devoción de estos grupos es por un San Judas que portal el báculo del lado izquierdo”. Algunas de estad expresiones se han desplazado a Centroamérica, Colombia e incluso Argentina con sus respectivos regionalismos, profundizó Hernández.
“Mexico sorprende porque dentro de la construcción de nuestra identidad nacional se ha impuesto que “somos un solo tipo de mexicano, generalmente solo hombre, solo católico, en fin, una serie de categorías que nos han restringido la identidad de lo que es ser mexicano y está es una representación de la inmensa riqueza del país a partir de las creencias religiosas, señaló la titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, Conapred, Alexandra Haas, al destacar que la libertad de credo y nuestro estado laico, garantizan está multiplicidad de espiritualidades.
Por su parte, Bernardo Barranco, experto en religiones, comentó que el gran monopolio cultural del catolicismo ha venido cediendo a nuevas sensibilidades sociales; si el quiebre de grandes monopolios está pasando a nivel político y económico, hay un correlato en el mundo de las creencias.
“La encuesta encuentra una variable importante de cambio detrás de la insatisfacción. Las estructuras formales del catolicismo clerical, eclesial, son insatisfactorias a la gente y los grupos pentecostales son espacios de agregación social; mientras la sociedad excluye a una gran parte de la población pobre, a los indígenas, estos grupos los agregan socialmente”, explicó.
Se vuelven espacios vitales en una sociedad de exclusión. Cuando la iglesia católica no ha sabido responder y tiene una crisis de pastoralidad.
Sus líderes son actores políticos y el ejemplo más palpable es el cardenal Norberto Rivera quien junto con Antonio Chedraui, son pastores de élite, de poder, alejados de la feligresía.
En 2010 el catolicismo en México cayó casi 4 puntos, respecto al 2000; pero la iglesia en la Ciudad de México cayó el doble, casi 8 puntos. Hay un problema de pastoralidad y significación, dijo Barranco.
“Santa Muerte, Malverde, otros, responden a estás necesidades de consuelo o de apoyo, la mayoría de sus creyentes son católicos que construyen sus propios cultos que vienen a compensar los vacíos que las religiones institucionalizadas dejan. La Santa Muerte es permeable a temas ‘prohibidos’ como el ‘defiéndeme y hazle daño al que me está atacando’, algo que la Virgencita de Guadalupe no podría permitir”, apuntó.
“La sociedad mexicana esta viviendo una gran mutación en búsqueda de sentido y de esperanza, algo que las instituciones religiosas ya no dan, están rebasadas, en una perspectiva de condena de aspectos de moral, contra homosexuales o criticando el papel de la mujer, etcétera”, concluyó Barranco.