Entre la pobreza, la inseguridad y la impunidad “la democracia mexicana tiene que recrearse”, y este contexto es “profundamente desfavorable”.
La corrupción está enraizada en fallas institucionales de nuestro estado de derecho deficiente, y hay hipercentralización del poder y un débil asociacionismo, afirmaron expertos en los Foros Universitarios “La UNAM y los desafíos de la nación”.
Con el tema Democracia y participación ciudadana, Jacqueline Peschard Mariscal, presidenta del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción y académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, resaltó que en el ámbito de transparencia y combate a la corrupción ha habido una enorme fortaleza en términos de las organizaciones que han logrado incidir en el diseño mismo de la estructura del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA).
Su modelo apuesta a la escasa, pero potente fuerza de la ciudadanía, añadió la también coordinadora del Seminario Universitario de Transparencia en el auditorio Pablo González Casanova de la FCPyS.
Para que el SNA funcione hay que castigar, demostrar que se rompe la impunidad. A mediano plazo, opinó Peschard, lo importante es terminar con inercias y viejas prácticas arraigadas, y hacer que el castigo se convierta en una forma de inhibir las prácticas de corrupción.
Jean François Prud’homme, de El Colegio de México, expuso que no basta con tener elecciones o mecanismos de representación semidirecta o de participación ciudadana. Para garantizar y profundizar la calidad de la vida democrática es fundamental que los sistemas políticos tengan capacidad no sólo de adaptación, sino de innovación, a fin de responder a las demandas ciudadanas.
Lorenzo Córdova Vianello, presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) e integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas, refirió que la impunidad y la corrupción son el principal problema que ha generado una desafección con la democracia, sus instituciones y sus procedimientos.
“¿Cómo pretender que haya confianza en los procedimientos y en las instituciones democráticas cuando tenemos pauperización, erosión o, incluso, inexistencia del tejido social? ¿Queremos que nuestra democracia funcione bien? Tenemos que resolver esos grandes problemas estructurales”, sentenció.
La rendición de cuentas, concluyó, es indispensable para hablar de una democracia, y en ese tema “apenas comenzamos una historia”.