En una ceremonia de silencio y obscuridad celebrada en la en la Catedral Metropolitana dentro de la Semana Santa, solo alumbrada en sus primeros minutos por los cirios que portaban decenas de fieles católicos y guiada en la penumbra por más de una hora de oraciones elevadas en la noche de la Vigilia Pascual, el cardenal Norberto Rivera Carrera confió en que está evocación del Cristo resucitado “es la Luz que ilumina los rincones de nuestra historia y de nuestra vida personal y nos hace pasar de las tinieblas del pecado y de la muerte a la luz de la gracia y de la vida. Iluminados con la luz de Cristo Resucitado”.
“Que todo el mundo vea y reconozca que los caídos se levantan”, enfatizó Norberto Rivera Carrera.
Antes, el Arzobispo Primado de México encendió el Cirio Pascual que habrá de iluminar el inicio de cada misa en la Catedral Metropolitana a lo largo del año y recorrió con esa llama los pasillos obscurecidos del templo, acompañado por los feligreses que acudieron a la misa.
“Santifica este fuego nuevo que nos proteja y nos guarde”, imploró el Cardenal Rivera al rogar que “en el día del gran silencio el cirio pascual y la luz de Cristo resucitado visite las tinieblas de nuestro espíritu”.
Rivera Carrera también resaltó desde el altar que durante todo el Sábado Santo “nos hemos unido a la Iglesia junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte”.
Además del encendido del Cirio Pascual, “Luz primaria de la resurrección de Cristo”, en esta misa se realiza el bautizo de catecúmenos (adultos que voluntariamente desean someterse al rito de admisión al Cristianismo).
“La muestra de tu poder por medio del agua del bautismo salvará a todas las naciones”, invocó el Cardenal.
“Esa fuente bautismal nos recuerda que hemos renacido a una vida nueva. La Resurrección de Cristo nos compromete a ser cristianos que caminemos en la luz y transmitamos esa luz a todos los rincones: a nuestra casa, a nuestra oficina, a nuestra facultad”, concluyó.