Después de 11 años de haber sido liberadas por el presunto secuestro de seis policías de la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI), Teresa González Cornelio, Jacinta Francisco Marcial y Alberta Alcántara Juan recibieron una disculpa pública del procurador general de la República (PGR), Raúl Cervantes.
En la ceremonia para la reparación del daño y una disculpa pública para estás tres mujeres hñähñu, encarceladas de “manera injusta” por tres años, el procurador aceptó que se rebasaron los límites legales en el operativo de la AFI en Mexquititlán, Querétaro.
Esta es la primera ocasión que una dependencia de Justicia federal ofrece disculpas y reparación del daño para aquellas víctimas que han sido encarcelados por delitos que no cometieron.
“Sirva este acto para ofrecerles públicamente una disculpa en español y en hñähñu como medio de reparación del daño, considerando la petición de Alberta, Teresa y Jacinta, y en mi carácter como titular de la PGR, ante ustedes Alberta y Teresa, reconozco públicamente su inocencia respecto a los delitos que se les atribuyeron y que de manera injusta se les prohibió de la libertad.
“Atendiendo a su petición, a usted Jacinta, reconozco públicamente su inocencia respecto a los delitos que se le acusó y que fue privada de su libertad, en cumplimiento a la sentencia del 28 de mayo de 2014 por el Tribunal Federal de Justicia Administrativa”, expresó Cervantes.
Ante un auditorio Jaime Torres Bodet lleno, el procurador estuvo acompañado por el Comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia, el ex presidente del PRI nacional, Manlio Fabio Beltrones, el comisionado Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González Pérez, así como el representante en México del Alto Comisionado de la ONU, Jan Jarab, entre otras personalidades.
Teresa González Cornelio, Jacinta Francisco Marcial y Alberta Alcántara Juan coincidieron en que no existe reparación de un daño que fue completo y por un tiempo largo, por lo que expresaron que debe terminarse la corrupción, impunidad y discriminación contra las comunidades indígenas.
“El 3 de agosto de 2006 me detienen en mi trabajo y me llevaron al Cefereso femenil, pasé humillaciones con las custodias y los compañeros por ser indígena y pobre.
“Tocamos muchas puertas, nadie nos hacía caso y fue cuando vimos a la casa de derechos humanos Agustín Pro y empezó a cambiar nuestra condición y después de salir no fue nada fácil integrarse a la sociedad, no saben y no comprenden”, dijo Alberta.