Los Obispos de la Comisión Episcopal Social de la Conferencia del Episcopado Mexicano han pedido que la renegociación del TLCAN se basen en temas como pobreza, migración, trabajo y otros principios que beneficien a los más pobres de los tres países.
A través de un comunicado firmado de manera conjunta con los presidentes de los Comités de Justicia Nacional, Desarrolló Humano y Justicia y Paz Internacional de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, fijaron su postura sobre las negociaciones del TLCAN.
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Aun cuando reconocen que estás negociaciones ya están avanzadas, llamaron a los presidentes de México, Estados Unidos y Canadá a tomar en cuenta la necesidad de una relación comercial respetuosa, justa y solidaria “especialmente para los más pobres de nuestros países”.
Siguiendo los preceptos de la doctrina de la iglesia, los líderes religiosos señalaron que, si el comercio internacional se orienta de manera adecuada, pueden promover el desarrollo y crear nuevas fuentes de empleo.
De no ser así, y si no se adoptan políticas económicas, políticas y sociales compensatorias que mitiguen o contrarresten los efectos negativos del TLCAN, se fomentarán, como ha sido el proceso hasta ahora, mayores desigualdades entre regiones, sectores y grupos, desplazamientos forzados, migraciones desordenadas, involuntarias e inseguras y las diversas formas de violencia.
Luego de señalar que los obispos tienen un punto de vista desde la vía social que rige a la iglesia, señalaron que cualquier tratado comercial entre países debe ser evaluado bajo criterios que visibilicen a los pobres para no abandonarlos, prevenir la profundización de la condición y compensar a quienes resultarán afectados.
La Migración: para dignificarla y reconociendo que la persona tiene derecho a salir o permanecer en su país para proveer por su familia, pero también diseñando políticas que tengan como objetivo aliviar las condiciones que impulsan a la gente a dejar sus lugares de origen.
Los otros temas propuestos son trabajo y protección laboral; desarrollo humano sostenible; atención a pueblos indígenas; agricultura y alimentación; derechos de la propiedad intelectual, entre otros.
El acuerdo comercial renegociado, o los nuevos entendimientos que se logren, deberán ser complementados con otros mecanismos económicos; especialmente de financiamiento y cooperación al desarrollo para lograr los objetivos del bienestar y evitar la profundización de las desigualdades entre familias y regiones.
Los acuerdos del TLCAN deben fortalecer el respeto a los derechos humanos, principalmente los laborales, pero también todos los sociales, culturales y ambientales, así como la seguridad humana de las comunidades a ambos lados de la frontera.
La dignidad humana exige que los pueblos tengan voz en las decisiones que afectan sus vidas. Durante la negociación, y las evaluaciones de desempeño posteriores, deben crearse mecanismos adecuados que tomen real y directamente en cuenta el derecho a participar y los derechos de los pobres, los pueblos originarios, el cuidado de la creación, y las comunidades y trabajadores.
Entre los firmantes se encuentran Oscar Cantú, Obispo de Las Cruces, New Mexico, Estados Unidos y Presidente del Comité de Justicia y Paz Internacional de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos; Frank Dewane, Obispo de Venice, Florida y Presidente del Comité de Justicia Nacional y el Desarrollo; José Leopoldo González González,Obispo de Nogales, Sonora, México y Presidente Comisión Episcopal para la Pastoral Social; Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Morelia, Michoacán y Responsable por la dimensión de Justica, Paz y Reconciliación, Fe y Política de la Conferencia del Episcopado Mexicano.