Cada 6 de enero en México, España y varios países de habla castellana se conmemora la llegada de los Reyes Magos.
Según cuenta la leyenda, los Reyes Magos, montados en un camello, un caballo y un elefante, emprendieron el viaje para adorar al niño Jesús guiados por una brillante estrella.
Provenían de diversas partes del mundo: uno era negro, otro blanco y el tercero con facciones árabes.
Cargaron obsequios para el recién nacido: oro por ser rey, mirra por ser hombre e incienso por ser Dios, los cuales extendieron delante del Redentor. Los Reyes simbolizan a los primeros gentiles convertidos al cristianismo.
La celebración del seis de enero se remonta a los primeros años de la evangelización en el Nuevo Mundo y sigue vigente hasta nuestros días. Según la tradición mexicana, son ellos quienes traen regalos a los niños.
La costumbre consiste en que los pequeños previamente escriben laboriosamente una carta para pedir a Melchor, Gaspar y Baltazar los juguetes que quisieran recibir.
La víspera de la fiesta (6 de enero) dejan junto a la ventana sus zapatos con un poquito de paja para dar de comer a los animales que traerían a los Santos Reyes.
A la siguiente mañana, la paja desaparece, en cambio el calzado está colmado por la cantidad de juguetes.
Aunado a ello, también el 5 y 6 de enero se parte la tradicional Rosca de Reyes.
Se suele invitar a un grupo de amistades y cada uno debe de tomar el cuchillo para cortar su porción.
En el interior del pan hay uno o varios pequeños muñecos (representaciones plásticas del niño Jesús) y la persona que lo encuentra está obligada a ofrecer una fiesta, tamales o atole, el día 2 de febrero, Día de la Candelaria.