Como resultado del Programa Nacional de Inspección a Zoológicos 2016, dicho parque no acreditó además la legal procedencia de 2 borregos cimarrón (Ovis canadensis mexicana).
PROFEPA verificó en mayo del 2016, el total de la colección de 1,197 ejemplares vivos correspondientes a 203 especies, no incluyendo la colección del herpetario y mariposario, que son operados por empresas concesionarias.
Cómo procedimiento administrativo, la PROFEPA verificó además 117 partes y derivados, tales como taxidermias, cráneos y esqueletos, así como los informes anuales de actividades de los años 2011, 2012, 2013 y 2014.
PROFEPA halló que el área de cuarentena estaba ocupada por animales sanos (por remodelación de sus encierros originales), al tiempo que los planes de atención a contingencias y emergencias en materia de fauna silvestre no estaban debidamente aprobados por la SEMARNAT.
En el área de necropsias y laboratorio la falta de higiene, y restos de sangre y tejidos; un número significativo de los medicamentos anestésicos estaban caducados; así como el área de almacén y preparación de alimentos presentaba una gran cantidad de excretas de roedores.
Por su parte, el Zoológico de Chapultepec dio cumplimiento al total de las 07 medidas ordenadas, de las cuales 3 se obligaba a su cumplimiento inmediato y 4 en un plazo de 15 días hábiles.
A fin de subsanar las presuntas irregularidades el zoológico presentó y ejecutó un plan para colocación de sistemas de marcaje y cumplió con el programa de limpieza en las áreas de patología, necropsias, hospital, laboratorio, almacén y preparación de alimentos. Estas acciones fueron verificadas por la PROFEPA, observando la limpieza de las instalaciones.
Los fármacos caducos fueron retirados de los anaqueles de farmacia, ya no estando a disposición del personal médico; se le aplicó tratamiento médico a dos ejemplares: una hembra lobo canadiense que ha sido rehabilitada completamente y un oso de anteojos, que aún recibe tratamiento para eliminar por completo una alopesia en área abdominal de ambos lados, así como cadera y extremidades posteriores.
Igualmente, el parque implementó un programa de control de roedores y fauna nociva, observándose trampas con veneno y reemplazó las lámparas en el área de preparación de alimentos. Se colocaron además tapetes sanitarios y mosquiteros en áreas de hospital y necropsias.
Finalmente, en el caso de la muerte del gorila Bantú, se concluyó que con las evidencias recabadas y analizadas no se pudo determinar que el manejo aplicado durante el pretendido traslado, provocó una situación de tensión y por consiguiente la muerte del ejemplar.
Por lo anterior, la PROFEPA resolvió que no existe evidencia concluyente para determinar la responsabilidad administrativa de las autoridades inspeccionadas.