En noviembre de 2017, el nombre de Oh Chong Song dio la vuelta al mundo. Este soldado norcoreano protagonizó una fuga desde la Zona Desmilitarizada (DMZ) que separa Corea del Norte y Corea del Sur, bajo una lluvia de balas disparadas por sus propios compañeros de unidad.
Un escape que sorprendió al mundo
Oh Chong Song, hijo de un alto mando militar, se convirtió en uno de los pocos desertores que cruzaron el Área de Seguridad Conjunta en Panmunjom, un sitio vigilado al milímetro y considerado uno de los puntos más tensos del planeta.
En entrevistas reveló que su huida no fue planeada, sino un impulso repentino motivado por problemas personales y el miedo a represalias. Antes de la fuga, conducía un vehículo militar que terminó estrellado cerca de la línea divisoria. A pie, y con cinco impactos de bala, alcanzó territorio surcoreano donde se desplomó y fue rescatado por soldados del sur.
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El día que desafió la muerte
Song relató que, mientras corría herido, sentía la sangre caliente correr por su cuerpo. Pese al dolor y la pérdida masiva de sangre, no se detuvo. Médicos militares estadounidenses y cirujanos surcoreanos trabajaron contrarreloj para salvarlo, calificando su supervivencia como “un milagro”. Durante la cirugía descubrieron graves daños internos y la presencia de grandes parásitos intestinales, un reflejo de las precarias condiciones sanitarias en Corea del Norte.
El propio Oh Chong Song confesó que, de haber sido capturado, enfrentaría un campo de prisioneros políticos o un fusilamiento. También aseguró que entendía a los soldados que le dispararon: “Si no lo hacían, serían severamente castigados”.
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Foto: Canva (imagen ilustrativa)
Vida en el Norte y visión del régimen
Pese a haber crecido en una familia acomodada y servir como oficial desde 2010, Oh describió una Corea del Norte marcada por el hambre, la corrupción y la indiferencia hacia Kim Jong Un, especialmente entre los jóvenes. Estima que un 80 por ciento de su generación no siente lealtad hacia el líder, debido a la falta de alimentos y a la sucesión hereditaria en el poder. Incluso admitió que, como policía, aceptaba sobornos para no arrestar a quienes infringían la ley.
En declaraciones posteriores, Oh Chong Song contó que vivía con otro nombre en Corea del Sur, visita con frecuencia el hospital y padece secuelas físicas, como la pérdida de sensibilidad en un brazo. Aunque su vida cambió para siempre, no se arrepiente de haber cruzado la frontera aquel día.