El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha comenzado a moderar su tradicional tono confrontativo hacia China, en un intento por reabrir canales diplomáticos con el presidente Xi Jinping y concretar un nuevo acuerdo comercial entre ambos países. Así lo reportó la agencia Bloomberg, citando fuentes cercanas a las discusiones internas de la Casa Blanca.
A seis meses de su regreso al poder, Trump ha empezado a adoptar una narrativa menos beligerante respecto a Pekín. En reuniones recientes con su equipo, ha destacado que “siempre le cayó bien personalmente” Xi Jinping y, según informantes, incluso ha sido “la voz menos agresiva” en los debates sobre la relación bilateral. “Lucharía contra el gigante asiático de manera muy amistosa”, afirmó el martes en una declaración que marcó distancia con su retórica habitual.
Una estrategia comercial más flexible genera inquietud
Este giro estratégico ha generado preocupación dentro de su administración y entre sus asesores externos, quienes temen que se abandonen las líneas duras prometidas. La aparente disposición de Trump a negociar puntos que antes consideraba inamovibles ha causado incertidumbre sobre el rumbo de la política comercial de EE.UU. hacia China.
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Una muestra de este nuevo enfoque es el posible aplazamiento de la fecha límite del 12 de agosto, cuando los aranceles estadounidenses sobre productos chinos volverían al 145 % tras una tregua de 90 días. Fuentes cercanas aseguran que esa pausa podría extenderse por tres meses más.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, declaró que las negociaciones actuales son cruciales para la economía global: “Estamos en un buen momento. No se preocupen por el 12 de agosto”, dijo, aludiendo a los temores del mercado por una nueva escalada arancelaria.
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China, el fentanilo y las tierras raras
Además del frente comercial, Trump reconoció recientemente la colaboración china para frenar la distribución de fentanilo, una droga que ha causado estragos en EE.UU.: “Están haciendo grandes pasos”, dijo el miércoles. Este reconocimiento también ha sido interpretado como un gesto de buena voluntad en un momento clave para el reinicio del diálogo bilateral.
En paralelo, Pekín parece consciente de su ventaja estratégica en el suministro de tierras raras, minerales esenciales para la industria tecnológica y militar estadounidense.
Expertos como Derek Scissors, del American Enterprise Institute, advierten que el déficit comercial récord de EE.UU. podría frustrar cualquier logro temporal con China. “Todo estará perdido si los números de fin de año no mejoran”, señaló.