A días de su fallecimiento, el legado humano del papa Francisco sigue conmocionando al mundo. El pontífice, quien murió el pasado lunes a los 88 años, llevó consigo una espinita personal: nunca pudo reencontrarse en vida con su única hermana sobreviviente, María Elena Bergoglio.
El funeral del papa Francisco se celebrará este sábado en el Vaticano, en medio de homenajes globales a su figura. Sin embargo, su hermana María Elena, quien permanece en Argentina, no estará presente, marcando un doloroso capítulo en la historia personal del primer papa latinoamericano.
Una separación inevitable
Jorge Mario Bergoglio, nacido en Buenos Aires en una familia de origen italiano, fue el mayor de cinco hermanos: Alberto Horacio, Oscar Adrián, Marta Regina y María Elena. Con el paso de los años, solo María Elena sobrevivió, acompañando desde la distancia el ascenso de su hermano hasta la cúspide de la Iglesia Católica.
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Aunque Francisco visitó más de 60 países durante sus doce años de pontificado, nunca regresó a Argentina, lo que también significó que jamás pudo reencontrarse físicamente con María Elena tras su elección como papa.
¿Cuál fue la principal razón?
La razón principal de esta separación fue el delicado estado de salud de María Elena. Médicos en Argentina desaconsejaron cualquier intento de viajar al Vaticano debido a su fragilidad física. Actualmente, ella reside en una institución religiosa a las afueras de Buenos Aires, bajo el cuidado de monjas.
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María Elena, once años menor que Francisco, tuvo su propia vida familiar: se casó, tuvo dos hijos y años después se separó. A pesar de la distancia, siempre expresó públicamente su orgullo por la trayectoria de su hermano mayor.
Aunque el papa Francisco y María Elena nunca pudieron reencontrarse en persona, su vínculo se mantuvo intacto a través de cartas y comunicaciones constantes. Hoy, mientras el mundo despide al pontífice, su historia familiar recuerda que incluso los líderes más grandes enfrentan ausencias y separaciones dolorosas.