Aunque la Navidad es una de las festividades más globalizadas del planeta, no es una celebración universal. Para millones de personas, el 24 y 25 de diciembre son jornadas laborales comunes, carentes de pinos decorados o cenas familiares. Esta ausencia de festividad no es casualidad; responde a profundas raíces culturales, regímenes políticos estrictos o interpretaciones religiosas que difieren del calendario gregoriano utilizado en la mayoría de los países occidentales.
En naciones como Arabia Saudita, Irán y los Emiratos Árabes Unidos, la Navidad no forma parte del calendario oficial debido a que el Islam es la religión de Estado. Si bien en años recientes ciudades cosmopolitas como Dubái han permitido decoraciones en centros comerciales para atraer al turismo, la festividad del 24 y 25 de diciembre no tiene un carácter religioso público. En estos países, la Sharía (ley islámica) rige la vida social, y aunque se respeta la figura de Jesús como un profeta, su nacimiento no se conmemora, pues la celebración de "cumpleaños" de figuras religiosas es vista por algunas ramas del Islam como una práctica ajena a su fe.
Por otro lado, existe un bloque de países que sí celebran la Navidad, pero lo hacen trece días después. Naciones como Rusia, Ucrania, Serbia y Egipto festejan el 7 de enero. Esto se debe a que sus iglesias ortodoxas aún se rigen por el calendario juliano, el cual presenta un desfase respecto al calendario gregoriano introducido por el Papa Gregorio XIII en 1582. Para estos fieles, el 25 de diciembre es un día de ayuno y preparación, reservando la gran gala y los rituales religiosos para la primera semana de enero.
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En países de Asia casi no se celebra la Navidad por su escasa población cristiana
En Asia, el panorama cambia drásticamente debido a la baja densidad de población cristiana. En China y Japón, el 25 de diciembre es un día laborable. En el caso de China, el gobierno ha promovido activamente la preservación de las tradiciones locales frente a la "occidentalización", llegando incluso a desincentivar las celebraciones navideñas en ciertas provincias. En Japón, aunque existe un componente comercial y romántico muy fuerte, donde es tradición cenar pollo frito y pastel de fresa, la fecha no es un día feriado oficial y carece de la carga espiritual que ostenta en América o Europa.
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El caso de Corea del Norte representa el extremo de la prohibición política. Bajo el régimen de Kim Jong-un, cualquier celebración religiosa, incluida la Navidad, está estrictamente prohibida, a menos que sea autorizada por el Estado. De hecho, se ha reportado que el gobierno exige a los ciudadanos celebrar el nacimiento de la abuela del actual líder, Kim Jong-suk, quien nació un 24 de diciembre, sustituyendo cualquier rastro de iconografía cristiana por propaganda política y culto a la personalidad de la dinastía gobernante.
Finalmente, en el centro de Asia, países como Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán han reforzado su identidad secular o islámica, limitando las apariciones de personajes como "Papá Noel" o el "Abuelo de las Nieves" en los medios públicos. En estas regiones, la verdadera fiesta de invierno se reserva para el Año Nuevo, una herencia de la era soviética que fusionó elementos estéticos de la Navidad con una celebración laica, demostrando que, incluso en ausencia de la fe cristiana, el deseo humano de reunirse y celebrar el fin de un ciclo prevalece bajo distintas formas.
