Estados Unidos ha perdido un personaje importante dentro de su historia política; se trata de Dick Cheney, quien fue vicepresidente durante el gobierno de George W. Bush.
El exfuncionario ha muerto a los 84 años; la noticia trascendió el pasado lunes 03 de noviembre, y el deceso fue confirmado por su familia.
Su nombre quedó asociado a la “guerra contra el terrorismo”, la invasión a Irak y la doctrina de seguridad que definió a Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre.
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Durante ocho años en la Casa Blanca, Cheney fue mucho más que un vicepresidente. Para sus aliados, representaba la experiencia y la firmeza en tiempos de crisis; para sus críticos, la encarnación del poder en la sombra.
De Nebraska a los pasillos del poder
Richard Bruce Cheney nació en Lincoln, Nebraska, en 1941, y creció en Wyoming, donde más tarde iniciaría su carrera política. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Wyoming y, a los 30 años, ya había trabajado en el Congreso y en la Casa Blanca. Su ascenso fue rápido: en 1975 se convirtió en jefe de gabinete del presidente Gerald Ford, uno de los más jóvenes en ocupar ese puesto.
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A finales de los años setenta y ochenta fue congresista por Wyoming, donde se consolidó como un republicano pragmático y disciplinado. Su siguiente salto llegó en 1989, cuando George H. W. Bush—padre— lo nombró secretario de Defensa. Desde ese cargo dirigió la operación “Tormenta del Desierto” durante la guerra del Golfo Pérsico, en 1991, con un éxito militar que lo proyectó a la primera línea del liderazgo conservador.
El estratega tras la Casa Blanca de Bush hijo
Su regreso al poder llegó en el año 2000, cuando George W. Bush—hijo— lo eligió como compañero de fórmula. Tras el triunfo electoral, Cheney asumió la vicepresidencia y se convirtió en el segundo hombre más poderoso del país, con una influencia pocas veces vista en ese cargo.
Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Dick Cheney impulsó una política de defensa agresiva que dio origen a la invasión de Afganistán y la guerra en Irak. Su visión de la seguridad nacional —basada en el uso preventivo de la fuerza y en un poder ejecutivo fortalecido— marcó profundamente la política estadounidense durante toda la década.
Aunque rara vez aparecía ante las cámaras, sus decisiones moldearon la respuesta de Washington al terrorismo. Esa influencia le valió tanto reconocimiento como controversia, sobre todo por el respaldo a programas de interrogatorios duros y operaciones secretas.
Entre el poder y la controversia
Además de su carrera política, Cheney fue director ejecutivo de la compañía energética Halliburton entre 1995 y 2000, hecho que lo acompañó durante toda su vicepresidencia por los contratos que la empresa obtuvo en Irak. Su estilo reservado, su manejo del poder y su enfoque conservador lo convirtieron en una figura clave dentro del ala más dura del Partido Republicano.
Con el paso del tiempo, sin embargo, Cheney se distanció de su partido. En años recientes, criticó abiertamente a Donald Trump, a quien llegó a calificar como “la mayor amenaza para la república estadounidense”, una postura que también heredó su hija Liz Cheney, excongresista y férrea opositora al expresidente.
El último capítulo de Dick Cheney
A lo largo de su vida, Dick Cheney enfrentó múltiples problemas cardíacos, cirugías y un trasplante de corazón en 2012. Falleció en compañía de su esposa Lynne y sus dos hijas. Su familia lo recordó como “un hombre bueno, que enseñó a vivir con coraje, honor y amor”.
