La carrera espacial por conquistar nuevos mundos ha dejado de lado el tema del "sexo en el espacio“. Dicha carrera entre empresas comenzó cuando el británico Richard Branson cruzó la atmósfera terrestre en su avión supersónico desarrollado por su compañía "Virgin Galactic". Le siguió el magnate estadounidense Jeff Bezos a bordo de su nave New Shepard bajo la firma de su compañía Blue Origin.
Mañana, 15 de septiembre, sin quedarse atrás, será el turno de Elon Musk, Space X, la empresa espacial del multimillonario estadounidense, está lista para marcar un nuevo hito en su misión "Inspiration 4" con dos circunstancias que ya generaron sorpresa antes del despegue; la primera, la cápsula Crew Dragon volará más allá de la Estación Espacial Internacional; la segunda, es la primera vez que viajarán en un cohete a 28 mil kilómetros por hora alrededor de la Tierra astronautas no profesionales.
Más que una lucha de ego, aseguran que cada misión tiene el objetivo de, literalmente, abrir el espacio para bien a cargo del trío multimillonario, a quienes, en un futuro, no muy lejano, les agradeceremos haber dado el gran paso para lograr un nuevo destino vacacional fuera de este mundo.
Pero, hay una necesidad inherente a todos los seres humanos que se olvidó en la conquista de la carrera espacial, nos referimos al sexo en el espacio. Si bien idea de colonizar otro planeta para una nueva experiencia de supervivencia es bastante atractiva, la evolución humana nos obliga a replantear su fundamento básico:
"Las relaciones humanas determinan la supervivencia y hacen prosperar a una civilización"
Deseos y necesidades humanas que van más allá de la Tierra
La sexualidad extraterrestre es un campo poco explorado, pero que deberá sumarse a esta carrera por la conquista del espacio. La sexología espacial hace referencia al estudio científico integral de la intimidad más allá del esfuerzo por aterrizar "rovers" en otro planeta.
La abstinencia no es una opción, el sexo ayuda a mantener las relaciones, procurarlas y lograría una mejor adaptación a la vida espacial, pues al final, el espacio ofrece un entorno hostil que hace más difícil la vida a bordo de las cápsulas espaciales.
La llegada, y posterior vida, de humanos en otro planeta durante periodos de tiempo más largos generará un estrés derivado del confinamiento, el aislamiento social, los cambios gravitacionales y, no se diga, la exposición a la radiación.
Erotismo humano en el espacio, un desafío para la vida
Pocos saben la historia, pero hay un caso documentado de la luna de miel más remota de la historia, corrió a cargo de dos astronautas de la NASA quienes viajaron al espacio a bordo del transbordador Endeavour, pues contrajeron matrimonio días antes de la misión, ¿Qué hicieron en sus ratos libres? Nadie lo supo.
¿Hay espacio para las pasiones, en dónde quedan las hormonas?, si bien cada misión espacial es un gran logro para la humanidad, también hay que velar por la parte emocional de los aventureros que arriesgan su vida.
"Creo que en algún momento tendremos que abordar el tema de la sexualidad en el espacio", dijo Paul Root Wolpe, director del Centro de Ética de la Universidad de Emory.
La intimidad y la sexualidad siempre se impondrán y habrá un determinado momento cuando la NASA deba plantear una política oficial al respecto, pues es una condición humana que no se puede prescindir.
La última solución planteada corrió a cargo de los investigadores canadienses Simon Dubé y Dave Anctil, quienes propusieron el uso de los "erobots" a fin de satisfacer o emular el sexo en el espacio. Si que es una idea de otro planeta implementar robots sexuales, entablar conversaciones con chatbots eróticos o tener parejas de realidad aumentada.
De acuerdo con Dubé y Anctil, los erobots ofrecen la oportunidad de lograr intimidad con agentes artificiales adaptados para sopesar el dilema del sexo en el espacio.