El presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Peter Maurer, se reunió en la capital birmana, Naipyidó, con el general Min Aung Hlaing, líder de la junta militar que gobierna Birmania desde el golpe de Estado del pasado 1 de febrero.
Maurer, el primer alto funcionario occidental en reunirse con Hlaing dentro del territorio birmano desde el golpe, pidió al líder de la junta que vuelva a permitir que los equipos de Cruz Roja visiten las prisiones y tengan más acceso humanitario a zonas de conflicto en Birmania.
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El presidente del CICR también reclamó el fin de la violencia contra civiles y el “respeto a la ley internacional” y los trabajadores sanitarios, después de que la represión de las fuerzas de seguridad haya causado la muerte de 842 personas y más de 5,600 arrestos, según la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP).
Aunque el militar no quiso comprometerse fuentes cercanas a la reunión indicaron que el CICR vio la reunión como un avance porque las peticiones no fueron rechazadas, además del paso que supone la propia celebración del encuentro, ante la negativa de la junta a dejar entrar en el país a otros altos funcionarios.
Respuesta de Birmania
La junta hasta ahora ha rechazado las peticiones de la enviada de Naciones Unidas para Birmania, Christine Schraner Burgener, que pudo reunirse con Min Aung Hlaing el pasado 24 de abril en Yakarta con motivo de la cumbre especial sobre Birmania de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
El Ejército birmano justifica el golpe por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que arrasó el partido de la líder depuesta Aung San Suu Kyi, como ya hiciera en 2015, y que fueron considerados legítimos por los observadores internacionales.