Los musulmanes de Oriente Medio inician este martes su segundo Ramadán marcado por el coronavirus con restricciones en general menos drásticas que las de 2020, que sin embargo les obligan de nuevo a celebrar su mes sagrado de una manera menos social.
Cada Gobierno árabe ha preparado una batería de medidas para evitar la propagación de la covid-19, en una región que atraviesa una situación sanitaria complicada y los contagios que se han disparado en diferentes países en las pasadas semanas.
A diferencia del año pasado, las mezquitas estarán abiertas para los rezos en casi todos los países, aunque con algunas limitaciones, pero se vuelven a prohibir las comidas comunitarias con las que se rompe el ayuno diurno y las llamadas “mesas de caridad” para evitar aglomeraciones.
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También se imponen toques de queda en varias naciones árabes, poniendo coto a las animadas noches de Ramadán. Una novedad es que en algunos países del golfo Pérsico, en que los que la campaña de vacunación está más avanzada como Baréin y Emiratos Árabes Unidos, los inmunizados tendrán privilegios a la hora de rezar en las mezquitas.
En Arabia Saudí la entrada a los dos lugares más sagrados del islam, La Meca y Medina, no estará vetada como el año pasado a los no residentes en el reino, pero el acceso a sus dos principales mezquitas se ha restringido a personas que demuestren estar vacunadas contra la covid-19.