Río de Janeiro está vacía y agoniza; no hay turistas, los hoteles operan a media marcha y el color del carnaval se esconde bajo el gris asfalto de las calles. Este año la pandemia mató a la fiesta más icónica de Brasil y dejó sin sustento a miles de cariocas que viven del espectáculo.
“Pasarela del Samba” donde desfilan las escuelas de samba del carnaval, cancelado este año, en Río de Janeiro / EFE
Por primera vez en su historia Río no tendrá su carnaval -que comenzaría este viernes- y las consecuencias económicas de su cancelación para evitar una mayor propagación de la covid se predicen nefastas, con pérdidas estimadas por la patronal de los comerciantes en 2 mil 700 millones de reales (509 millones de dólares), cifra nunca antes vista en la postal de Brasil.
Información relacionada: Río de Janeiro sancionará fiestas clandestinas durante Carnaval
Se han visto afectados desde los ambulantes que apaciguaban la sed de miles de "folioes" (fiesteros) en las comparsas callejeras hasta los hoteleros, que han visto reducida su ocupación en más de un 50 %.
También han sentido el azote los profesionales invisibles que año tras año dan brillo al carnaval. Artesanos, diseñadores, carpinteros, soldadores, costureros y mecánicos: todos quedaron cesantes.
Un hombre mientras alimenta gatos frente a una carroza alegórica del carnaval pasado en la “Ciudad de Samba” / EFE
A ellos se suman infinidad de músicos y bailarines, así como comerciantes que importaban adornos, disfraces e implementos para el carnaval. Toda la cadena de productos, comercio y servicios ha sentido el golpe.
Comercios cerrados
Los más azotados han sido los pequeños negocios y los trabajadores temporales, en su mayoría personas de escasos recursos cuyo sustento depende del carnaval.
Solo en el sector turismo más de 25 mil personas que antes ayudaban a atender las demandas de la principal fiesta carioca dejaron de ser contratadas temporalmente en hoteles, bares y restaurantes de Río, según explicó Fabio Bentes, economista de la Confederación Nacional del Comercio (CNC).
Un niño observa los productos de una tienda de artículos para carnaval en Saara, Río de Janeiro / EFE
“¡Las ventas han sido pésimas! Sin el carnaval estamos vendiendo sólo un 10 %”, aseguró María Vicente da Silva, una mujer de 52 años que trabaja en una tienda de artículos para carnaval en Saara, un popular polo comercial en el centro de Río famoso por la venta de este tipo de productos.
“Esto es muy triste. Vemos muchos comercios cerrando las puertas porque no tienen condiciones para mantenerse abiertos”, agregó.