Para Quino España no solo era el país de sus padres, sino que fue también su casa, esa en la que vivía una parte del año huyendo de las inclemencias climatológicas argentinas, y esa otra patria donde se le quería y se le reconocía con galardones como el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Fue en 2014, a sus 82 años cuando Joaquín Salvador Lavado Tejón, Quino, (Mendoza, Argentina, 1932-2020), fue a España por última vez.
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Aquel día le visitamos porque el genio estaba inmerso en la celebración del 50 aniversario de su mejor creación, Mafalda, ese “mueble que le salió lindo”, nos contó con una voz a la que no acompañaba la vista, porque Quino hace ya tiempo que vivía en un “mundo que está un poco fuera de foco” por culpa de un problema de visión.
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El se sabía querido y admirado, algo que comprobó ese año cuando recibió también el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades: “Me alegra que España me haya dado un premio que me remite a mi familia”, dijo el dibujante tras conocer la noticia en Mendoza (Argentina), lugar donde se afincaron sus padres, dos exiliados republicanos andaluces de Fuengirola (Málaga).
Y andaluz era lo que se habló en su casa hasta que fue a Primaria, confesó aquel día en el que se proclamó como el primer dibujante que se alzaba con este galardón.
Un argentino de sangre española que no visitó su segunda patria hasta sus 36 años, cuando vino junto a su esposa Alicia a hacer una gira europea.
Pasaron los años y Mafalda, esa niña, la niña de todos, siguió creciendo en popularidad y los homenajes crecieron en ambos lados del Atlántico.
Tanto es así que en 1989, para celebrar los 25 años de la publicación de la primera tira de Mafalda, se organizó la exposición “Mafalda Inédita” y tres años después, Madrid acogió una gran muestra titulada “El Mundo de Mafalda”.
Hoy España también llora a Quino y consuela a Mafalda, esa niña que hoy seguro que se hará infinitas preguntas.