La aprobación del desempeño de un presidente en la Casa Blanca no ha sido tan polarizada como ahora con Donald Trump, que mantiene estables sus índices de favorabilidad en general pero presenta profundas divisiones a nivel de partidos.
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En ocasiones los silencios dicen más que las palabras y en la Convención Nacional Republicana, que se celebra esta semana, las ausencias hablan de las diferencias dentro del partido respecto a la figura de Donald Trump, que ha transformado el evento de este año en casi una fiesta de él y su familia.
En comparación con los demócratas, que la semana pasada contaron en su convención con la intervención de los expresidentes Jimmy Carter (1977-1981), Bill Clinton (1993-2001) y Barack Obama (2009-2017), así como figuras de estatura para arropar al candidato Joe Biden, en la republicana hay menos representantes de alto rango y se ha recurrido a familiares de Trump, personalidades de su entorno y a ciudadanos anónimos para ocupar las dos horas diarias de convención.
Una de las ausencias más notorias es la del único exmandatario conservador vivo, George W. Bush (2001-2009): Y es que el expresidente no hará acto de presencia en el evento de este año, como tampoco hizo en 2016, cuando Trump fue nominado por primera vez como candidato a la Presidencia.