Cientos de personas despidieron este jueves en Minneapolis a George Floyd, el ciudadano negro que murió cuando un policía blanco lo inmovilizó con la rodilla al cuello, desatando una ola de protestas no vistas en décadas, en una ceremonia llena de detalles íntimos, pero con un tono muy político.
El reverendo y veterano activista por los derechos civiles Al Sharpton fue el encargado de la elegía, en la que afirmó que Floyd “no murió de una enfermedad común, sino que murió por un mal funcionamiento de la justicia criminal de Estados Unidos“.
“Lo que le pasó a Floyd pasa todos los días en este país”, dijo Sharpton. “Es el momento de que nos pongamos de pie y en nombre de George digamos: saca esa rodilla de mi cuello”, agregó recibiendo una ovación.
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El abogado de la familia, Ben Crump, prometió “justicia” en el caso, por el cual están procesados cuatro oficiales.
Crump afirmó que Floyd murió por la “pandemia del racismo y de la discriminación”, después de que la autopsia de Floyd confirmara su fallecimiento por asfixia y revelara también que estaba infectado con el coronavirus.
La ceremonia, con música y fuertemente marcada por las restricciones del coronavirus, mezcló testimonios íntimos de la familia con la presencia de activistas como el reverendo Jesse Jackson y políticos como la senadora de Minnesota Amy Klobuchar y el alcalde de Minneapolis, Jacob Frey.
El ataúd dorado con sus restos fue colocado delante de una proyección que muestra un mural pintado en el lugar donde murió Floyd, y donde ahora hay un memorial improvisado con flores y mensajes.
La mayoría de los asistentes portaban mascarillas, algunos con la leyenda “No puedo respirar”, las últimas palabras pronunciadas por Floyd cuando el policía blanco Derek Chauvin lo inmovilizó presionando la rodilla contra su cuello durante ocho minutos y 46 segundos.
En un momento de la ceremonia, los asistentes guardaron silencio durante este mismo espacio de tiempo.