Cuando los europeos llegaron por primera vez a la selva amazónica, su viruela diezmó las tribus locales. Luego, los recolectores de caucho, los mineros que buscaban oro y los colonos llevaron malaria, sarampión e influenza.
Ahora, muchos de los 850 mil indígenas de Brasil, temiendo la amenaza de la pandemia de coronavirus, están instando a los funcionarios a expulsar de sus tierras a los forasteros que podrían introducir la enfermedad.
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“Exigimos la remoción inmediata de todos los intrusos, mineros, madereros, cazadores furtivos, narcotraficantes, acaparadores de tierras, misioneros y turistas que pueden ser vectores de transmisión”, dijo Nara Baré, directora de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía (COIAB).
En los tramos superiores del Río Negro, en la frontera con Colombia y Venezuela, las comunidades indígenas han cerrado las pistas de aterrizaje y han cortado el acceso a sus tierras en reservas para todos los no nativos que llegan en barco desde la ciudad brasileña de Manaos, en las profundidades del Amazonas.
Expertos en salud y grupos indígenas están pidiendo especialmente que unos 20 mil mineros de oro informales sean expulsados de Yanomami. La reserva es la más grande del país y se ubica en la frontera con Venezuela, donde las tribus han sido golpeadas por la malaria llevada por los intrusos.
Jair Bolsonaro contra el Amazonas
La nueva amenaza viral se da al mismo tiempo que la promesa del presidente del país, Jair Bolsonaro, de explotar económicamente el Amazonas y revisar el estatus de tierras protegidas de las reservas donde viven más de 300 tribus.
Bolsonaro, un excapitán del ejército y de extrema derecha, ha dejado a la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) en manos de los intereses del sector agrícola y aboga por los misioneros cristianos ansiosos por evangelizar a las tribus.
En respuesta a los llamados de los líderes tribales, grupos de derechos humanos y fiscales federales, FUNAI suspendió el lunes todos los contactos con las tribus más aisladas de Brasil.
Hasta ahora, la Secretaría Especial de Salud Indígena (SESAI) ha reportado sólo cuatro casos sospechosos de coronavirus en comunidades indígenas. Solo uno de ellos está en la Amazonía.
Aun así, muchas tribus están ansiosas, recordando epidemias que asolaron a las poblaciones nativas. El sarampión mató a miles de indígenas brasileños en el siglo pasado; la influenza tuvo un alto costo cuando la dictadura militar decidió abrir la selva con caminos en la década de 1970.