Las autoridades japonesas lanzaron este miércoles alertas y ordenaron la evacuación de 670 mil personas por lluvias torrenciales e inundaciones en el sudoeste del archipiélago, donde ya se registraron dos muertos por las crecidas.
En Saga, en la isla de Kyushu, se halló el cuerpo sin vida de un hombre cuyo auto fue arrastrado por la inundación, indicó a la AFP un funcionario local.
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Un octogenario murió ahogado en circunstancias similares en Fukuoka cuando intentaba sacar a su vehículo atrapado por la crecida de las aguas, según las autoridades locales.
El portavoz del gobierno Yoshihide Suga señaló que otra persona en Saga se encontraba en “paro cardiorrespiratorio” – una expresión utilizada en Japón para hablar de un deceso aún no confirmado oficialmente por un médico.
A partir de los datos disponibles, las autoridades locales ordenaron la evacuación (que sin embargo no es obligatoria) de unas 670 mil personas.
Además, cerca de un millón de habitantes estaban concernidos por recomendaciones de evacuación.
La región más afectada es la isla Kyushu, en particular los departamentos de Saga, Nagasaki y Fukuoka.
“El riesgo de desastre es extremadamente elevado”, declaró en una conferencia de prensa un responsable de la agencia nacional de meteorología.
“Vemos niveles inéditos de lluvia en las ciudad para las cuales emitimos alertas especiales. Hay que tomar el máximo de precauciones para protegerse”, insistió el experto Yasushi Kajiwara.
Los canales de televisión mostraban imágenes de barrios enteros inundados con agua y barro. Los vehículos están casi completamente sumergidos.
Japón, y en particular el sudoeste del archipiélago, es víctima cada año de lluvias violentas, a menudo por el paso de un tifón, aunque en esta oportunidad no es el caso.
Esta precipitaciones provocan gigantescas crecidas y avalanchas de barro que pueden ser mortales.
Sin embargo, las autoridades tienen problemas para que se respete su orden de evacuación, ya que a veces es muy difícil para una población mayoritariamente anciana desplazarse por la noche en zonas rurales aisladas.
En julio de 2018 las inundaciones dejaron un saldo de más de 200 muertos en el país.