El número de muertos en la masacre carcelaria en el amazónico estado de Pará, en el norte de Brasil, ascendió a 58 después de que equipos forenses localizaran un cadáver bajo los escombros, confirmaron este miércoles fuentes oficiales.
Según el Instituto de Medicina Legal (IML) de la localidad de Altamira, el cadáver fue hallado carbonizado entrada la noche del martes bajo las ruinas de una parte del Centro de Recuperación Regional de la ciudad.
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Los agentes forenses han reanudado a primera hora de este miércoles los trabajos de identificación de los cadáveres, de los que 15 ya fueron entregados a sus familiares, según pudo constatar Efe en el lugar de los hechos.
Algunos de ellos fueron trasladados a la iglesia Perpetuo Socorro de Altamira, una remota localidad de unos 115 mil habitantes y situada a unos 850 kilómetros de la capital regional de Pará, Belém, que ofreció sus instalaciones para la celebración de un funeral colectivo.
Al menos 57 personas han muerto este lunes en un motín que ya ha sido neutralizado en una cárcel de la ciudad de Altamira, en el Estado de Pará, al norte de Brasil https://t.co/p0aqetJojg pic.twitter.com/KiLRne7GvC
— EL PAÍS América (@elpais_america) July 29, 2019
La sangrienta disputa entre dos facciones criminales rivales que se produjo el lunes ha terminado con al menos 16 reclusos decapitados y otros 42 que murieron debido al humo que se extendió por el complejo después de que los atacantes prendieran fuego al lugar.
Tras la matanza, la Gobernación de Pará puso en marcha el traslado de 46 presos por su implicación en la matanza a otras penitenciarias del estado.
Asimismo, el ministro de Justicia de Brasil, Sergio Moro, atendió a una petición del gobernador, Helder Barbalho, y autorizó el envío de agentes federales para que actúen en las cárceles de la región durante 30 días.
Con la tragedia de Altamira, la peor de 2019, ya son más de un centenar los reclusos muertos en lo que va de año en penitenciarías del norte de Brasil debido a los enfrentamientos entre facciones criminales que buscan el control del narcotráfico en la región.
La masacre, considerada una de las mayores desde 1992, cuando 111 presos fueron asesinados por la policía en un motín en una prisión de Sao Paulo, popularmente conocida como Carandirú, ha causado conmoción en Brasil y volvió a abrir el debate sobre las precarias condiciones de las cárceles del país.