El presidente de Ruanda, Paul Kagame, inst\u00f3 hoy a los j\u00f3venes ruandeses, en un discurso conmemorativo por el vig\u00e9simo quinto aniversario del genocidio, a que tomen el relevo y transformen su pa\u00eds, adem\u00e1s de honrar a las v\u00edctimas del intento de exterminio de la etnia tutsi que conmocion\u00f3 al mundo en 1994.
“La gente joven de Ruanda tiene todo lo necesario para transformar nuestro pa\u00eds. Tiene la responsabilidad, cada vez m\u00e1s, de estar a cargo y participar en la Ruanda que queremos y merecemos”, remarc\u00f3 el mandatario ante un abarrotado Centro de Convenciones en Kigali.
“Nuestros hijos disfrutan de la inocencia de la paz, solo conocen el trauma y la violencia a trav\u00e9s de nuestra historia”, continu\u00f3 Kagame, quien resalt\u00f3 los sacrificios de los supervivientes y su capacidad de perd\u00f3n para que, un cuarto de siglo despu\u00e9s, Ruanda sea de nuevo “una familia”.
En la actualidad, tres cuartas partes de los alrededor de 12 millones de ruandeses tienen menos de 30 a\u00f1os, y el 60 % de la poblaci\u00f3n no ha vivido el genocidio, en el que fueron asesinados m\u00e1s de 800 mil personas, el 70 % de ellos tutsis, aunque tambi\u00e9n hutus moderados.
Asimismo, tomaron la palabra en este aniversario -entre otros- el primer ministro et\u00edope, Abiy Ahmed, as\u00ed como los presidentes de las comisiones de la Uni\u00f3n Africana (UA), Moussa Faki Mahamat, y de la Uni\u00f3n Europea, Jean-Claude Juncker, quienes manifestaron su solidaridad y admiraci\u00f3n por la resiliencia del pueblo ruand\u00e9s.
Mahamat hizo hincapi\u00e9 en la necesidad de “seguir luchando contra las ideolog\u00edas negacionistas y revisionistas”, mientras que Juncker recalc\u00f3 el “imperativo moral y pol\u00edtico” de no olvidar la matanza, adem\u00e1s de felicitar a Ruanda por su “capacidad para renacer”.
Tambi\u00e9n asistieron a este acto los mandatarios de Chad, la Rep\u00fablica del Congo, Yibuti y N\u00edger -entre otras autoridades africanas-, adem\u00e1s de diversos l\u00edderes europeos, como el primer ministro de B\u00e9lgica, Charles Michel, quien aprovech\u00f3 la ocasi\u00f3n para recordar la responsabilidad compartida en esta tragedia.
No en vano, el genocidio fue la culminaci\u00f3n de d\u00e9cadas de odio entre la mayor\u00eda hutu y la minor\u00eda tutsi, favorecida esta \u00faltima y marginada la primera durante el r\u00e9gimen colonial belga, que acab\u00f3 en 1962.
Horas antes, el jefe de Estado ruand\u00e9s, junto a su esposa, Jeannette Kagame, y el resto de representantes pol\u00edticos, encendieron la llama del recuerdo en el Monumento al Genocidio en Kigali, donde yacen m\u00e1s de 250.000 muertos, y mostraron sus respetos con una leve reverencia ante unas coronas de flores.
No asisti\u00f3 a esta ceremonia el que fuera prominente aliado de Kagame, el presidente ugand\u00e9s, Yoweri Museveni, bajo acusaciones de que su pa\u00eds acoge y apoya a rebeldes ruandeses que buscan hacerse con el poder en Kigali, ni tampoco -pese a estar invitado- el presidente franc\u00e9s, Emmanuel Macron.
Desde 1994, Ruanda ha acusado repetidamente a Francia de complicidad en el genocidio, alegando que l\u00edderes galos de alto perfil proporcionaron entrenamiento militar, armamento o experiencia t\u00e9cnica a las milicias hutu Interahamwe (“Los que pelean juntos”).
La conmemoraci\u00f3n de este domingo marca el inicio de 100 d\u00edas de luto -los que dur\u00f3 la matanza- en el pa\u00eds, durante los que tendr\u00e1n lugar conferencias y eventos por todo el territorio nacional, adem\u00e1s de una vigilia nocturna esta misma noche en el estadio Amahoro de Kigali, a la que acudir\u00e1n supervivientes y representantes locales y extranjeros.
El 6 de abril de 1994, el derribo del avi\u00f3n en el que viajaban los entonces presidentes ruand\u00e9s, Juv\u00e9nal Habyarimana (de etnia hutu) y de Burundi, Cyprien Ntaryamira, caus\u00f3 la muerte de ambos y supuso el detonante de esta limpieza \u00e9tnica, considerada una de las peores de la historia reciente de la humanidad.
“En 1994 no hab\u00eda luz, \u00fanicamente exist\u00eda oscuridad”, describi\u00f3 hoy Kagame.
“No solo nuestros cuerpos fueron destrozados, sino tambi\u00e9n la propia idea de Ruanda como tal”, remarc\u00f3 el presidente, quien encabez\u00f3 la milicia tutsi que tres meses despu\u00e9s pondr\u00eda fin a esta tragedia, ignorada en gran medida por la comunidad internacional.
Para el mandatario ruand\u00e9s, esta experiencia demuestra que toda sociedad es capaz de sanar y que la dignidad de las personas, seg\u00fan sus propias palabras, “nunca se extingue por completo”.
“Veinticinco a\u00f1os despu\u00e9s seguimos aqu\u00ed, heridos y medio rotos, pero invictos”, sentenci\u00f3, al tiempo que pronunci\u00f3 una oraci\u00f3n para que ning\u00fan otro pueblo viva un suceso similar, en especial, “los hermanos y hermanas en \u00c1frica”.