Sri Lanka reconoció este miércoles “fallos” en materia de seguridad del Estado, incapaz de impedir los atentados yihadistas que el domingo de Pascua causaron 360 muertos y están entre los más sangrientos desde el 11 de septiembre de 2011.
La actitud del Estado esrilanqués, garante de la seguridad, en los días que precedieron los atentados, reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), es objeto de crecientes críticas, en un contexto político de lucha por el poder entre el presidente y el primer ministro.
Los kamikazes provocaron un caos el domingo por la mañana en tres hoteles de lujo y tres iglesias, en plena misa de Pascua, en la capital Colombo y otras ciudades del país. Además, fracasó un proyecto de atentado contra un cuarto hotel de lujo de la capital.
Una nota de alerta indicaba hace dos semanas que la organización islamista local NTJ, a quien el gobierno atribuyó la autoría de la matanza, preparaba atentados suicidas contra iglesias y contra la embajada de India en Colombo.
Pero esta alerta no fue transmitida al primer ministro Ranil Wickremesinghe ni a ministros de alto rango.
“Hay claramente un fallo de comunicación de los servicios de inteligencia. El gobierno debe asumir su responsabilidad pues si la información hubiera sido transmitida a las buenas personas, ello habría permitido evitar o minimizar” estos atentados, dijo este miércoles el viceministro de Defensa Ruwan Wijewardene.