Cae la tarde en la aldea indígena de Chivarreto, en el oeste de Guatemala, y los boxeadores improvisados se preparan para enfrentarse a puño limpio y cumplir una tradición centenaria para conmemorar el Viernes Santo y la crucifixión de Jesús.
El comerciante Rafael Sontay, de 50 años, es uno de los primeros en subirse al cuadrilátero instalado en el campo de fútbol de la aldea del municipio maya-k’iche’de San Francisco El Alto, a unos 110 km al oeste de la capital Ciudad de Guatemala.
En su primer combate, el hombre de baja estatura y cuerpo regordete logra acertar varios golpes en el rostro de su oponente y sale victorioso pero es derribado por un segundo rival.
“Nos gusta la tradición y ya llevo 16 años (consecutivos) de boxear aquí”, dice Sontay a la AFP mientras limpia la sangre de su nariz con una camiseta y asegura que esperará a otro oponente.
A los costados del ring, de unos 10 metros por lado y construido de madera cubierto por una alfombra roja, aguardan los otros combatientes. Deben cumplir algunas exigencias, entre ellas ser mayores de 18 años y no estar en estado de ebriedad, aunque a algunos contrincantes se les percibe el aliento a licor.
Las peleas duran unas tres horas y algunos combatientes salen tambaleantes y otros caen casi inconscientes siendo asistidos por los bomberos. Un ciudadano estadounidense también se anima a pelear.
– Ayudar a Jesús –
Los pobladores aseguran que la tradición, considerada por ellos como “única en el mundo”, surgió por sus ancestros hace más de un siglo aunque no precisan una fecha exacta del origen.
“Las peleas son como una penitencia y sacrificio para ayudar a Jesús por los golpes que recibió” antes de ser crucificado, menciona César Hernández, de 68 años, alcalde comunitario del lugar.
Anteriormente las peleas se realizaban en tres sitios diferentes de la aldea pero desde hace cinco años se organizan en el cuadrilátero.
“Vine porque me gusta el boxeo y por la Semana Santa”, señala por su lado Ismael Casillas, de 18 años, otro de los contendientes originario de la aldea vecina de Chicorral.
Este año, según estimaciones de la policía, unos 4 mil espectadores se reunieron para presenciar los combates que empezaron con actos protocolarios de los principales indígenas, incluyendo la entonación del himno nacional.
Antes del arranque oficial de las peleas, un par de jóvenes borrachos se subieron al cuadrilátero intercambiando duros golpes que los dejaron con los rostros ensangrentados.
Las peleas de Chivarreto atraen a turistas nacionales y extranjeros y estas también son transmitidas en vivo por canales de televisión por cable y a través de la red social Facebook para que puedan ser vistas por emigrantes radicados principalmente en Estados Unidos.
“Está muy alegre y muy ordenado”, señala Delfina Castillo, una abogada de 63 años que llegó desde Ciudad de Guatemala y pagó unos 50 centavos de dólar para presenciar las peleas desde la azotea de una vivienda.
Un grupo de jóvenes vende camisetas alusivas a los combates por unos seis dólares, mientras que los partidos políticos aprovechan el evento masivo para promocionar a sus candidatos de cara a las elecciones generales del próximo 16 de junio.