Los ministros de Exteriores de los 29 miembros de la OTAN afrontan esta semana en Washington una reunión centrada en Rusia y su anexión de Crimea, pero donde China emerge como un nuevo reto mientras el presidente de EEUU, Donald Trump, se reserva el derecho a dar la sorpresa.
La cumbre se celebrará el 3 y 4 de abril en Washington, la misma ciudad en la que nació la OTAN hace 70 años; pero este mismo martes podría vislumbrarse el rumbo de ese encuentro.
Este martes, Trump y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se reunirán en la Casa Blanca para abordar el reparto de la “carga” económica; es decir, si cada miembro de la Alianza podrá situar en un 2 % de su PIB la inversión en defensa para 2024, tal y como se comprometieron hace cinco años.
En la anterior cita, celebrada en Bruselas el 11 y 12 de julio de 2018, Trump arremetió contra Alemania por invertir en las fuerzas armadas solo un 1,23 % de su PIB a pesar de ser la mayor potencia económica europea y llegó a decir que el país era un “rehén” de Rusia por sus acuerdos en materia energética con ese país.
En esta ocasión, como la reunión es ministerial, Trump ha tenido que ceder el testigo al secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, aunque el mandatario siempre mantiene Twitter a mano.
Pompeo ya adelantó la semana pasada que EE.UU. quiere anunciar durante la cumbre una “serie de acciones” con sus aliados de la OTAN para rechazar la anexión rusa de la península de Crimea en marzo de 2014 y, además, aseguró que el tema de las contribuciones económicas estará sobre la mesa.
De acuerdo con un informe de la Alianza publicado el 14 de marzo, los aliados europeos incrementaron en un 5,19 % el gasto militar en 2018 con respecto al año anterior, pero solo siete países dedicaron el 2 % de su PIB a defensa: Estados Unidos, el Reino Unido, Polonia, Lituania, Letonia, Grecia y Estonia.
“Tienen que hacer lo que es mejor para ellos, en el caso de la OTAN, deben cumplir con el compromiso que hicieron para gastar al menos un 2 %. Desde luego, creemos que pueden hacer más”, manifestó Pompeo la semana pasada en una conversación convocada por la revista conservadora National Review.
Sin embargo, desde el punto de vista europeo, el reto más acuciante no es el gasto en defensa, sino cómo vivir en un mundo sin el acuerdo de armas nucleares intermedias (INF), firmado en 1987 y destinado a eliminar todos los misiles nucleares y convencionales de corto y medio alcance de EE.UU. y Rusia.
Europa teme quedar en medio de las dos potencias si, el 2 de agosto, Washington finalmente consuma su retirada del tratado ante lo que considera un reiterado incumplimiento por parte de Moscú.
A pesar de las diferencias, EE.UU. y sus aliados europeos deben unirse para hacer frente a una serie de desafíos que traspasan sus fronteras, desde la guerra en Afganistán hasta el crecimiento de China, según Douglas Lute, que representó al Gobierno de Barack Obama ante la Alianza entre 2013 y 2017.
“La OTAN necesita prestar más atención a la creciente influencia de China en Europa. Las inversiones comerciales de China hoy en día en Europa, especialmente en infraestructura de transporte y comunicaciones, le permitirán tener mañana una gran influencia política”, avisó Lute en marzo durante una audiencia en el Congreso.
Para el experto, ahora profesor en Harvard, EE.UU. tiene que darse cuenta de que podrá competir mejor con China si puede recurrir a una OTAN “fuerte” que con sus 29 miembros representa el 50 % del PIB mundial.
Actualmente en Afganistán hay 8.000 soldados de la OTAN, así como 14.000 efectivos estadounidenses, que se dedican al entrenamiento y asesoramiento de las fuerzas afganas.
Esta cumbre de la OTAN tiene un gran significado simbólico pues coincide con el 70 aniversario de la firma el 4 de abril del llamado Tratado de Washington, del que nació el organismo.
Para celebrarlo, los ministros de exteriores se reunirán en una recepción conmemorativa el miércoles por la noche, el mismo día en que Stoltenberg se dirigirá al Congreso de EE.UU.