La Cámara Baja de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley que insta al Gobierno de Donald Trump a imponer sanciones contra China por la situación de derechos humanos en la región de Xinjiang.
El proyecto quedó aprobado con 407 votos a favor y tan solo uno en contra, aunque todavía requiere del visto bueno del Senado para que se haga efectiva. El Senado aprobó en septiembre su propia versión del proyecto, más suave que la de la Cámara Baja.
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Entre otras cosas, el proyecto propone sancionar como máximo responsable de las presuntas violaciones a los derechos humanos al secretario del Partido del Comunista de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, Chen Quanguo, quien forma parte del Buró Político del Partido Comunista de China.
El texto también prevé sanciones contra otros individuos y la prohibición de exportar a China cierta tecnología que se puede utilizar para “suprimir la privacidad individual o la libertad de movimiento”.
Este proyecto responde a las denuncias sobre la campaña que Pekín habría emprendido en Xinjiang con el confinamiento en campos de “reeducación” de hasta dos millones de personas en la región, donde viven las minorías chinas de confesión musulmana, de las que los uigures es la más numerosa.
Este nuevo proyecto llega a los pocos días de que el Congreso aprobara y Trump suscribiera otros textos en apoyo a las protestas en Hong Kong que también contemplan sanciones y la prohibición de exportar cierto material antidisturbios.
Más en concreto, la iniciativa busca sancionar a funcionarios chinos responsables de violaciones a los derechos humanos como detenciones arbitrarias, torturas, confesiones forzadas o entregas extrajudiciales, entre otras.
En respuesta a las leyes de apoyo a las protestas hongkonesas, Pekín ha prohibido a los buques y aeronaves militares de EE.UU. hacer escala en la excolonia británica y anunció que aumentará las sanciones contra ONG estadounidenses como Human Rights Watch (HRW) por sus “importantes responsabilidades en el caos en Hong Kong”.
Estas leyes sobre Hong Kong y los uigures han irritado a China y enturbian las relaciones entre Washington y Pekín ya de por si deterioradas por la guerra comercial entre ambas naciones promovida por Trump.